violencias de género contra las mujeres en Argentina
vmijailoff@gmail.com | ORCID: 0009-0000-1778-6415
- Escrache en red social donde no se conoce la identidad de la víctima.
- Escrache en red social donde se conoce la identidad de la víctima.
El primer motivo del escrache se vincula con los sentimientos que atraviesan las mujeres que vivencian violencias de género y la necesidad de relatarlos. Aparece la angustia, el dolor y el querer exteriorizar aquello que han silenciado a lo largo del tiempo por diversas razones, como puede ser la culpa, el miedo, la vergüenza, la negación, la naturalización de las violencias.
Quería ver si con eso podía no sentirme tan…. ahogada, porque me trajo muchos problemas, entre el trayecto entre que pasó y yo denuncié (entrevistada nro. 2).
Otra de las causas del escrache que se reiteró en las entrevistas fue la necesidad de que exista una condena social al agresor. Las mujeres pretendían “sacarle la careta” a ese hombre que se presentaba y era visto como una “buena persona”. El propósito de identificar al sujeto agresor tiene como trasfondo la necesidad de las víctimas de demostrar la veracidad de sus testimonios y romper el silencio.
Necesitaba sacarle la careta a ese buen padre, a ese buen vecino, a ese profesor, ese buen todo, era la mejor persona del mundo y nadie sabía lo que nosotros ocultábamos porque yo me sentí parte, de alguna manera te sentís cómplice del silencio (entrevistada nro. 8).
A mí me daba una bronca el hecho de que yo estoy como un montón de secuelas psíquicas, emocionales, que hoy me limitan […] y el chabón ahí está caminando, eso era como una de las cosas que me impulsaba (entrevistada nro. 9).
Otra de las motivaciones que impulsó a las mujeres a realizar el escrache es la necesidad de alertar a otras mujeres sobre el varón violento para que las mismas no repitan sus historias personales. La voluntad de cuidar a otras mujeres demuestra la alianza y el acompañamiento que existe entre ellas, visibiliza la existencia de la sororidad.
Era prevenir para que otra persona no le pase, que era un poco también el principal objetivo, que no le pase a más nadie (entrevistada nro. 7).
Las mujeres escrachan a sus agresores porque buscan cuidarse y protegerse. Por lo cual la denuncia pública es para ellas como un escudo de batallas contra el agresor.
El momento clic se refiere al instante en que la mujer decide hacer pública su historia personal. Es el tiempo de inflexión donde expone su intimidad a la sociedad, publica el escrache y queda expectante a las repercusiones del mismo. Durante este estadio, se vislumbraron nervios, miedo, angustia, inseguridad, pero, sobre todo, ansiedad.
Y sufrí una crisis ese día, esa tarde, yo soy muy nerviosa y sufrí una crisis, se me salía el corazón, estuve muy mal hasta que empecé a bajar un poquito, mis redes sociales explotaban, tantos de mensajes de amigos, llamados, WhatsApp, mensajes privados de Facebook y de lo que te imagines, de lo que te imagines (entrevistada nro. 8).
Si igual en un momento estaba con mucha ansiedad porque era mucha la cantidad de gente que me escribió y yo respondía…. ay no sé como que te genera también un estado medio de ansiedad, como que te pasas de rosca, pero no a niveles mayores, graves (entrevistada nro. 9).
La liberación se corresponde con las emociones que se fueron generando luego de transcurrido un tiempo de haber realizado la publicación en la red social y habiendo conocido el desenlace del mismo. Contar de las violencias y ser escuchadas les generó un alivio.
Pero si me sentí bastante bien y me sentí sobre todo liberada, incluso cuando yo hablo con algunas chicas que le pasó lo mismo, siempre le digo que es una sensación desahogo que te da, que está bueno. […] Y yo creo que es algo positivo que te ayuda bastante a poder poner en claro y aceptar lo que te sucedió y yo creo que sí en mi caso fue positivo y creo que en las mayorías de los casos debe ser así, sanador por así decirlo (entrevistada nro. 6).
Fue agarrar, es como una agarrar una llave abrir y sacar todas esas hojas que hay adentro, te vas vaciando, te vas vaciando, vas largando y si bien me siento más liviana, después del escrache esta es la peor parte, la que nos queda, pero me siento liviana […]. Pero si es una sola palabra, me sentí liviana, libre, ¡es libre! (entrevistada nro. 8).
Otra de las consecuencias derivadas del escrache fue la aparición de otras mujeres que habían sido violentadas por el mismo sujeto escrachado.
Abro porque tenía una solicitud de mensajes, lo miro y me quedé helada, me caí al piso y empecé a temblar, fue terrible. Mi mamá lo leyó, me contuvo, me calmo, me medicó, pero me agarró una crisis muy grande cuando me llegó el primer mensaje de esta mujer que me contaba que lo conocía y que le había pasado antes. Era un poco lo que yo buscaba encontrar alguien más también que le haya pasado, pero así y todo me shockeó cuando yo lo vi (entrevistada nro. 7).
Al decidir contar su historia personal en internet, las entrevistadas refirieron que recibieron comentarios positivos y alentadores por parte de las lectoras y los lectores. Incluso, algunas contaron que entablaron nuevos lazos sociales, formaron parte de grupos y/u organizaciones feministas y asesoraron a otras mujeres en similares situaciones. En su mayoría resaltaron que los mensajes eran de acompañamiento, “te apoyo”, “te creo”, “te abrazo”. Se produjo una unión de mujeres, “un pacto político entre pares” (Lagarde, 2006: 126) que las fortaleció. En ese sentido, el escrache permitió la aparición de la sororidad, es decir, el apoyo mutuo, la alianza existencial y política cuerpo a cuerpo entre mujeres, que contribuye a la eliminación de todas las formas de opresión y al empoderamiento de cada mujer (Lagarde, 2006: 126).
También mucho abrazo y mucha sororidad, ¡gigante! ¡De todo el mundo me escribieron!, ¡muy loco! […] un montón de esas personas que me habían escrito en ese momento, hay un par con las que seguimos charlando, que sigo acompañando en términos virtuales, porque son de otra parte del mundo o del país incluso, que nos seguimos acompañando como sobrevivientes o familiares de sobrevivientes, eso la lucha hermanada. […] Si, me escribieron un par de compañeras que querían acompañar esta denuncia, que fueron las que acompañaron el caso de [nombra el caso], que les interesaba acompañarme. Y me pusieron a disposición una abogada del colectivo [nombra el colectivo] que son abogadas feministas populares y tuvimos un par de reuniones para ver cómo sería, para ver si se hacía colectiva la denuncia o no (entrevistada nro. 3).
Recibí muchas chicas, porque fueron todas mujeres que me decían “hola soy Gabriela de Mendoza, ¿cómo hiciste para hablar? me pasó lo mismo”, muchas chicas me pedían consejos por decírtelo así, “¿cómo hiciste? porque necesito sacarlo y no puedo”, fue para mí en ese momento, para mi ¡fue terrible! Lo positivo, pero desde el apoyo social, desde el apoyo social no pensé que después de tantos años me iba a causar eso. […] Me sentí ¡muy, muy acompañada!, ¡muy muy!, me sentí por desconocidos, me sentí muy acompañada. No era la única marciana que había pasado por esto, había mujeres adolescentes, mujeres mayores que yo que me dijeron “me pasó lo mismo, te entiendo, te creo”, aparte que ganaba yo contar una historia después de treinta años (entrevistada nro. 8).
Sin perjuicio de los aspectos favorables del escrache, en algunos casos se vislumbraron consecuencias perjudiciales en el ámbito personal y laboral de la denunciante.
Pero si me afectó un montón y me trajo como consecuencias también digamos después de eso empecé de no querer contarlo, a no seguir exponiéndome. […] Si miedo tuve en todo momento, porque después de la publicación y de salir en los medios, y demás cuestiones, empecé a encontrar cosas tiradas en la puerta de mi casa, macumbas y todas esas pelotudeces que usan ellos. […] en una de las entrevistas de trabajo que tuve se ve me googlearon y se encontraron con mis redes, encontraron con el escrache con las notas en la tele y no me quisieron tomar por mi situación personal porque era muy reciente y me mandaron el mail de rechazo explicándome que por la situación personal, me dijo mi vieja denúncialos y le dije ¿mira sabes qué voy hacer? voy a borrar este mail y que se vayan a la mierda, no quiero (entrevistada nro. 7).
La denuncia de violencias de género en las redes sociales produce un efecto dominó, anima a otras mujeres a efectuarlas. Los escraches produjeron una cadena de denuncias, visibilizaron la gran cantidad de mujeres que sufren violencias masculinas y demostraron que no están solas en la lucha, están acompañadas.
Mucha gente se sintió muy identificada, me llegaron comentarios que a raíz de mi video pudieron salir a hablar, salir a contar sus hechos, sus versiones (entrevistada nro. 5).
De las entrevistas se pudo apreciar que el escrache perjudicó a los varones denunciados en el ámbito laboral y/o personal.
Lo destituyeron de [nombra la institución], que ahí hacen karate, como un gimnasio, lo sacaron, él era profesor de ahí hace muchos años, lo sacaron, es el lugar donde recibí los audios de su ex alumna, lo sacaron, se quedó sin trabajo. Mi mamá tiene un quiosco con él, sé que lo habían cerrado por un tiempo. […] En él sé que repercutió en la salud, sé que iba la ambulancia todos los días porque le dolía el pecho (entrevista nro. 8).
Sí sé que le repercutió en el caso que él tiene un hijo y yo a partir de esto me pude a acercar a la madre del nene. […] no lo dejaba ver más al nene (entrevista nro. 10).
Otra de las consecuencias de la realización del escrache es la amplia difusión del testimonio de la mujer. Ahora bien, la dimensión que pueda llegar a tener el escrache va a depender de la herramienta utilizada por la mujer para realizarlo y si la publicación resulta pública o privada.