UNDAV/UBA, Argentina
mccabrera@undav.edu.ar | ORCID: 0009-0006-8268-4443
Resumen
Footprints in the sea
Traces of the salary society in Villa Jardín (Lanús)
Abstract
1. Introducción
Este trabajo presenta el resultado de la investigación territorial que es el insumo para analizar las formas que ha adquirido el trabajo en la economía popular, que hemos conceptualizado en trabajos anteriores como “trabajo popular”. Sostenemos que de la relación entre territorio y matrices político-territoriales emergen otros modos de entender el trabajo como actividad social, que implican un cambio de orden epistemológico. El trabajo extiende sus dominios y adquiere características específicas: i) asume formas que, desde una perspectiva moralista, muchas veces se omiten en los análisis por considerarse “prácticas clientelares”; ii) incorpora actividades que no son reconocidas como “trabajo” en las taxonomías oficiales y académicas (estudiar, ir al comedor, etc.); iii) reconoce una metamorfosis de la figura del trabajador que incorpora a otros miembros del hogar (se intercambia quien asiste a las actividades laborales en función de las coyunturas domésticas); y iv) se enrevesa su condición de venta (de trabajo o de fuerza de trabajo), ya que no siempre está definido de manera clara si se está trabajando o no. Y esto es algo que sucede en varios planos: el cartonero o el buscador de “la montaña” sale y decide respecto de lo que encuentra si se vende, se come o se usa. La persona que asiste al comedor en espera de ser ingresada a la lista de la cooperativa cuando se abra asume la obligatoriedad de participar de ese “ejercito simbólico” (Cabrera y Vio, 2014), como así también las ambigüedades en la percepción del “plan” como trabajo o como “ayuda”. Esto es, el trabajo popular muestra uno de sus rasgos específicos fundamentales: es y no es simultáneamente, es el gato de Schrödinger.
A esta primera aseveración conceptual la acompaña otra que la complementa: es en el territorio en donde reside el gen de clase del sector de la clase popular en estudio. Es decir, el trabajo popular se desancla de los principios históricos que construyeron el concepto de trabajo capitalista.
Respecto de la investigación empírica, los resultados que se presentan corresponden a un relevamiento llevado a cabo entre los meses de agosto y septiembre de 2023 en el Sector 0 de Villa Jardín, barrio localizado en el extremo norte del partido de Lanús, en la localidad de Lanús Oeste, separado de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (al norte) por el río Riachuelo. El barrio está comprendido dentro de la Cuenca Matanza Riachuelo, lo que lo convierte en territorio de intervención de la ACUMAR y queda abarcado por las resoluciones derivadas de la llamada Causa Mendoza, lo que habilita la intervención judicial. No es el caso del área de intervención que abarca el estudio que se presenta, que quedó excluida de la intervención judicial. La metodología incluyó el uso de herramientas de recolección de datos cuantitativas y cualitativas: una encuesta representativa con tres unidades de análisis: viviendas, hogares y personas, y entrevistas en profundidad a vecinos.
El trabajo se estructura en tres apartados, finalizando con una reflexión final. En el primero se desarrollan algunos de los conceptos que sostienen el análisis, en el segundo se presenta el recorte territorial en análisis y la metodología utilizada para la recolección de datos, mientras que en el tercero los datos dialogan con los conceptos que estructuran el trabajo.
2. Contexto conceptual
La hipótesis que estructura el trabajo sostiene continuidad con análisis anteriores, en los que se ha analizado el proceso de territorialización creciente del trabajo popular (Cabrera, 2023) y que han mostrado el debilitamiento de la relación entre condiciones de vida y trabajo mercantil. Nos preguntamos cómo opera la divergencia observada entre estos dos elementos en territorios donde la territorialización se presenta, al menos en un primer acercamiento, más debilitada que otros de similares características. Y que, a la vez, participa del proceso de metamorfosis del trabajo, que deviene en “trabajo popular”, que extiende los límites históricos del trabajo capitalista.En cuanto a la perspectiva conceptual, el trabajo se inscribe en los estudios de la economía popular, entendida como el producto de las clases populares, y en su análisis recuperamos los modos como se resuelve el acceso a los satisfactores (bienes, tierra, vivienda, salud, educación, ingresos, financiamiento), poniendo en el centro del análisis el hogar, que es la entidad que despliega las estrategias para acceder a ellos.
También consideramos a esta economía popular como un actor político en proceso de constitución, en tanto encuentran en sus condiciones objetivas de existencia similares la posibilidad de pasar de clase probable a clase actuante (Bourdieu, 1990), a partir de la intervención de actores que se instituyen en sus portavoces. Esto de algún modo reintroduce y pone en disputa una identidad social en tanto trabajadores. Pero no centramos nuestra mirada en la organización que sostienen esos portavoces y el modo como esta redefine esas identidades y recortan simbólicamente el aglutinante que define los parámetros de lo que ingresa al concepto “economía popular”. Por ello nos acercamos, pero también mantenemos distancias con quienes entienden que la economía popular es la que encarnan los trabajadores que se encuentran fuera de las protecciones del trabajo asalariado, y específicamente los trabajadores precarizados sin patrón que encuentran en los movimientos sociales sus portavoces (Chena, 2017; Natalucci y Morris, 2019; Maldovan Bonelli, 2018), dado que nuestro recorte incluye a esos trabajadores pero también a otras formas del trabajo (incluidos los asalariados registrados). Esto se debe a que nuestro universo se define por las estrategias de reproducción social (y el recorte del mismo se realiza a partir de una de esas estrategias: la que se despliega en torno al acceso a la tierra y la vivienda) y no por el tipo y condición jurídica del trabajo.
En cuanto a la relación entre territorio y clases populares mantenemos distancias con los nutridos antecedentes académicos que postulan la territorialización como una característica específica de las clases populares (Merklen, 2010; Cravino, Fournier, Neufald y Soldano, 2001; Svampa, 2005). Y frente a esto, postulamos que en toda clase social las relaciones están territorializadas (en todo caso, resta discutir cómo se trazan los límites de un territorio), ya que es una condición de la sociabilidad misma, es decir, no cuestionamos la premisa sino la especificidad atribuida. Aunque sí encontramos una dimensión de la territorialización que es específica de las clases populares: la territorialización de su economía (Cabrera y Vio, 2014). Y por ello (territorio y economía) se ubican en el centro de nuestro análisis.
Otro de los ejes conceptuales refiere al significado del “trabajo”. Pensar en “qué es el trabajo” involucra concentrar nuestros esfuerzos en la reflexión sobre los presupuestos inevitables que implican la construcción de este o cualquier otro arquetipo, o, para decirlo más sociológicamente, analizar cómo se construyen los tipos ideales que luego se estudian como si fueran la realidad misma. Todo concepto es el resultado de disputas simbólicas por su sentido, y el de trabajo no es la excepción. Entonces, qué puede ser considerado como trabajo y qué queda fuera de sus límites no es una capacidad o condición intrínseca de una actividad llamada trabajo, sino que es el resultado del modo como se construye el concepto.
Para reconstruir (o deconstruir) ese proceso, debe recordarse la prescripción acerca de objetivar al sujeto objetivante (Bourdieu, 2007; Bourdieu, 2000), es decir, situar socialmente al productor de conceptos. Aquí nos detendremos en uno de ellos, el productor simbólico por definición: la Academia, cuya producción no siempre permea de manera directa a la construcción del sentido común social, pero provee los fundamentos para que los otros dos grandes productores (medios de comunicación y política) demarquen los rumbos de la misma. En su labor intelectual, la Academia –cuyo mayor capital social es indudablemente el simbólico– se atribuye para sí la capacidad de ser la voz de los que carecen de casi todo capital, pero particularmente del simbólico. Y puede suceder que les ofrezcan instrumentos que son apropiados luego por las clases populares para redefinir sus propias representaciones.
La omisión del precepto de objetivar al objetivante puede tener el efecto de difuminar este rol de productor de nominaciones oficial, que es el poder de wordmaking, de hacer el mundo con palabras (Bourdieu, 2000), y deja al analista sin defensas frente al riesgo de encontrar en el territorio lo que ha sido producido por el propio investigador –cómo sujeto colectivo– y no reconocerlo, atribuyéndolo a los actores que expresan representaciones sobre su propia situación, que, en general, son el producto de la reflexión intelectual de esos productores simbólicos. Cual Narciso viendo su imagen en la fuente de la cual se enamora, ignorando que es él mismo.
Sobre este universo del trabajo legitimado como tal, una vez más se tensionan los límites y el centro del esfuerzo está puesto en recuperar los modos específicos como se construye el trabajo, y por lo tanto, la ocupación en la economía popular. Como ejemplo de las especificidades a tener presentes en este análisis, debe tenerse en cuenta lo aportado por Vio (2018), que ha mostrado cómo en la economía popular de los desechos “el puesto”, el lugar logrado en la cooperativa, “el plan” no es resultado ni patrimonio individual, sino del hogar, ya que resulta del fondo de reproducción acumulado por él mismo (Cabrera y Vio, 2014). Y el sostenimiento de ese bien es entonces una responsabilidad colectiva de sus miembros, por lo que la asistencia al lugar de trabajo es intercambiable entre ellos. Esto hace que las categorías construidas para analizar otro mundo del trabajo resulten insuficientes o inadecuadas para dar cuenta del trabajo popular. O lo que es lo mismo, el trabajo tiene una impronta de clase. Desde esta perspectiva, otra de las características específicas de este trabajo que se produce en la economía popular, el trabajo popular, es que amalgama diversas fuentes de ingresos, incluidos políticas sociales (con o sin contraprestación), o incluso que la expectativa del ingreso es creadora de la obligación que se configura como trabajo. Entonces, se define al trabajo popular como aquel que implica la obligación (explícita o implícita) de invertir tiempo a cambio de una retribución o expectativa de tal. De este modo, toda actividad por la que se recibe o se tenga la expectativa de recibir dinero a cambio de una cierta obligación.
Así, lo que define el trabajo en la economía popular no es un tipo de relación contractual (la informalidad) sino la condición que le dan los actores de actividad obligatoria, y que incorpora diversas tareas y ocupaciones, relaciones contractuales formales e informales, continuas o esporádicas y reconocidas como trabajo “legítimo”, u otras que integran el universo de lo que se suele llamar “relaciones clientelares”, que se descartan como categoría de análisis para comprender las configuraciones del trabajo popular.1
Finalmente nos detendremos en el significado que damos al término “matrices político-territoriales”, a las que entendemos como una trama que se teje en el territorio y que define, entre otras cuestiones, los términos de las relaciones e intercambios de los hogares con el Estado. Intercambios cuya centralidad ha ido creciendo, especialmente desde el fin de la posconvertibilidad, que situamos en los albores del inicio de la segunda década del siglo por motivos que fundamentamos en los párrafos subsiguientes.
Postulamos que desde el año 2008 una sucesión de acontecimientos de distinto orden marcan el fin de un período cuyas políticas se establecían aún en función de la consecuencias del programa económico establecido en la década de 1990, marcado por la convertibilidad del peso en dólares (en la paridad de 1 a 1), las privatizaciones de empresas estatales, la “flexibilización” laboral y el despliegue de políticas sociales focalizadas que se enunciaban como paliativos frente a las consecuencias sociales que provocó la convertibilidad (Rapoport, 2016). En diciembre de 2001 se produjo un estallido social en el marco de la crisis económica, política y social imperante, y esto significó el fin de la convertibilidad, decretado en enero de 2002. Se inicia el período que aquí consideramos como la posconvertibilidad, marcado por una etapa de crecimiento económico y masificación de políticas sociales que se inauguraban en 2002 con el Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados.
En 2008 la baja del precio de la soja y una resolución del Poder Ejecutivo que establecía retenciones móviles para su exportación (que significaban un aumento en ese momento) da inicio a un enfrentamiento entre el gobierno de Cristina Fernández y un sector de la sociedad que se embanderaba bajo la nominación “el campo”. Tomando este acontecimiento como punto de inicio podemos enumerar otros (muchos de los cuales se sitúan dentro del “campo semántico” del enfrentamiento “campo-gobierno”), que marcan el rumbo que lleva a alejarse de las políticas de respuesta a la crisis dejada por la convertibilidad.
Desde la política, dos acontecimientos fundamentales definieron un quiebre con la primera década del siglo: el accidente cardiovascular que dejó incapacitado al vicegobernador de la provincia de Buenos Aires Alberto Balestrini (en abril de 2010), quien era garante del mantenimiento del equilibrio entre el sector del peronismo en el gobierno nacional y el poderoso PJ de la provincia.2 Pocos meses después, en octubre, fallecía el ex presidente Néstor Kirchner, esposo de la entonces presidente Fernández y líder indiscutido del peronismo, en el poder en ese momento, definiendo una nueva configuración de fuerzas en el Poder Ejecutivo, a la vez que se profundizó el desgastamiento del poder del peronismo provincial.
En el orden de las políticas públicas, se observó un significativo cambio (respecto del iniciado por el Plan Jefes y Jefas de Hogar) en las políticas sociales con la implementación de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y la implementación del Plan Argentina Trabaja. Ambas políticas se inscribían, pero profundizaban la tendencia iniciada en la posconvertibilidad que apuntaba a masificar las transferencias monetarias, que desde entonces asumen una creciente significación en los ingresos de los hogares de los barrios populares y por ende sus asignadores aumentan su poder al interior del barrio y en las negociaciones que emprenden con los actores estatales (fundamentalmente municipios y Ministerio de Desarrollo Social).
Entonces, de manera más sutil y menos identificable respecto de un punto de origen (aunque indudablemente vinculada con el debilitamiento del peronismo bonaerense en las estructuras de gobierno), opera una transformación en las matrices político territoriales de los barrios populares. El tradicional “puntero peronista”, la manzanera, las estructuras territoriales del peronismo comienzan a ceder lugar en la mediación entre los territorios y el Estado. Las “organizaciones sociales” desplazan lentamente a los antiguos asignadores territoriales de los recursos estatales y tejen otras matrices. El poder de negociación de estas organizaciones es superior al de los antiguos punteros, ya que no siempre es clara la subordinación política al partido de gobierno y, por otra parte, los recursos estatales son cada vez más significativos y definitorios para la reproducción de los hogares, aumentando su poder como asignadoras de los mismos en el territorio (Cabrera y Vio, 2019).3
Enmarcada en este proceso, la inscripción territorial aumenta su envergadura en las estrategias de reproducción social de los hogares. Es esa inscripción, en el contexto que proveen las matrices, la que facilita u obstaculiza el acceso infraestructura, servicios urbanos, bienes de uso, ingresos y/o financiamiento.
3. El territorio en análisis y metodología de estudio
Villa Jardín está localizada al extremo norte del partido de Lanús, en la localidad de Lanús Oeste, limita con la localidad de Valentín Alsina (al este) y con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (al norte). Las separa el Riachuelo, a la altura del Parque Olímpico y se conectan a través del puente de mismo nombre.
Los límites del barrio son: al oeste, Pasaje Aguirre y José María Moreno; al sur, Coronel Osorio y las vías del ferrocarril Belgrano (ramal Belgrano Sur); al este, Viamonte, Darregueira, Talcahuano, Potosí, Maza, Obon, Castro, Madero y el límite con el gran patio y galpón de una empresa logística; al norte, con el Riachuelo y el camino de sirga, actualmente una avenida construida a lo largo del margen del río, denominada Carlos Pellegrini.
Figura 1. Localización de Villa Jardín en el conurbano.
Fuente: elaboración propia.
Villa Jardín nace en 1913, es decir, se trata de un barrio antiguo que se origina cuando la preminencia del modelo agroexportador (que orientó el desarrollo de la economía argentina y definió la centralidad de Buenos Aires) llega al fin, en el contexto de la recesión mundial de los años 1930. La actividad industrial se volvió en el motor productivo del país, lo que produjo significativas consecuencias demográficas y territoriales en la región, como consecuencia de un proceso intenso de migraciones internas que fue coincidente con la descomposición del sector económico rural del interior del país. En este momento, el crecimiento de la población urbana fue mayor a la del crecimiento del empleo en las nuevas industrias, lo que provocó una masa de marginados del proceso productivo y/o una inserción laboral inestable.
El desarrollo del proceso sustitutivo de importaciones, dio lugar al establecimiento de un importante número de pequeñas y medianas empresas situadas en la Capital Federal y los partidos colindantes que concentraron la ubicación de la clase obrera. Este escenario provocó una acelerada expansión del núcleo urbano de Buenos Aires y su periferia (en especial en el primer cordón), junto con la conformación de hábitats informales como las villas, que originalmente eran consideradas transitorios para sus pobladores. Este es el contexto de surgimiento de Villa Jardín. Con el agotamiento del modelo de industrialización por sustitución de importaciones y la combinación de otros factores de orden político y económico, la villa se convirtió en un hábitat permanente.
El relevamiento abarcó un sector del barrio, delimitado por las calles: Warnes, Potosí, Pedraza, Osorio y el límite del ferrocarril Belgrano (ramal Belgrano Sur). Son tres grandes macizos que juntos tienen la dimensión aproximada de nueve manzanas tradicionales o tres manzanas cada uno.
El primer macizo tiene como perímetro las calles Castro, Potosí, Maza y Osorio, compuesto por las manzanas 44, 35 u 29. El segundo macizo es el único que tiene una calle (Lomas Valentina) que lo divide en dos áreas: una delimitada por Maza, Potosí, Warnes y Lomas Valentina (dos tercios del área del macizo, compuesto por las manzanas 30 y 36) y otra área menor limitada por Maza, Lomas Valentina, Warnes y Osorio. Esta área menor tiene dimensiones similares a una manzana tradicional, es la manzana 45. El tercer y último macizo tiene como límite las calles Warnes, Potosí, Pedraza y Yatay (una calle marginal a la vía del Ferrocarril Belgrano), donde están las manzanas 46, 37, 34 y 31.
Figura 2. Límites y manzanas de los tres macizos relevados.
Fuente: elaboración propia.
La metodología de la investigación incluyó la realización de un relevamiento territorial consistente en una encuesta representativa, entrevistas en profundidad y observación participante. La encuesta en el Sector 0 de Villa Jardín se realizó por muestreo efectuado a través de un diseño probabilístico por etapas. Utilizando como base una propuesta de loteo del ReNaBaP, se identificaron un total de 439 lotes y se estimaron aproximadamente 1.213 viviendas en el recorte territorial. Se determinó un tamaño de muestra de n=147 viviendas (corregido por el tamaño de universo-población conocido), de modo tal de obtener estimaciones de variables categóricas referidas a viviendas y a hogares con un margen de error no mayor a 6 puntos porcentuales y con un nivel-margen de confianza del 90%. A partir de la estimación de viviendas realizadas se calculó el factor de ponderación.
El desarrollo del trabajo de campo, en territorio, se llevó a cabo los días 22, 23 y 24 de agosto y 5 de septiembre de 2023. Las entrevistas se realizaron los días 21 de septiembre y 16 de noviembre de 2023. La secuencia se encontró condicionada por las respuestas de la persona entrevistada. Las preguntas se formularon siguiendo ejes derivados de los objetivos específicos del estudio, a diferencia de lo que sucede con las preguntas formuladas mediante cuestionario cerrado y precodificado, permitiendo que pueda propiciarse el flujo discursivo de la persona entrevistada.
Los procedimientos desplegados a lo largo de la investigación respetaron los principios éticos de la Declaración de Helsinki, contándose con el consentimiento informado de los actores sociales con quienes desarrollamos el trabajo, una vez que fueron explicitados las finalidades y los métodos de la investigación. Adicionalmente, aplicando principios éticos con vistas a asegurar el anonimato de nuestros informantes, en este informe no se dan nombres propios de los informantes ni referencias espaciales o institucionales muy precisas que podrían identificarlos.
En los días de realización de campo se llevó a cabo un relevamiento de las condiciones ambientales y de infraestructura por observación. El equipo de investigadores recorrió el territorio con el objetivo de recolectar información que se utilizó como fuente para la realización de un informe sobre las condiciones generales del barrio. La información obtenida se utilizó para la confección de la cartografía del lugar. Asimismo, se realizó también un relevamiento fotográfico sobre las condiciones en las que se encontraba.
De acuerdo a los datos relevados, actualmente el Sector 0 de Villa Jardín cuenta con 2.536 habitantes, de ellos el 49,7% son varones y el 50,3% mujeres. La población es en su mayoría de origen argentino. Casi el 90% de los habitantes declaran esa condición. En segundo lugar, se registran los de nacionalidad paraguaya, con el 6% de los casos, y en tercer lugar los bolivianos, con un 3,64%.
4. El mundo del trabajo popular
del trabajo popular, considerando las particularidades que el territorio en análisis presenta. Como referencia usaremos como parámetro el análisis de otro barrio relevado en el mismo período que se estudia (posterior al aislamiento obligatorio decretado en los años 2020 y 2021).
En algunos casos se hará uso de las categorías de la estadística oficial, pero luego el sendero se bifurcará, dadas las limitaciones que opone esa estadística al estudio del trabajo popular. Dejando de lado las epistemológicas, nos detendremos ahora en las restricciones metodológicas para justificar esta afirmación. Actualmente la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) reconoce a quienes cobran planes o programas de trabajo y realizan contraprestación como Ocupados, pero no consulta directamente por la posibilidad de estar en esa situación. El cuestionario interroga acerca de haber realizado un trabajo para definir la Condición de actividad, y si el encuestado considera que el programa o plan de empleo que tiene alcanza el estatus de tal, responderá que sí. Pero, como muestran los datos subsiguientes, esto no se da frecuentemente entre el universo relevado por la EPH. De este modo, el primer paso es definir el universo de Ocupados, que son quienes afirman trabajar cuando se les consulta.
Tabla 1. Condición de actividad según EPH. Segundo cuatrimestre de 2022.
| Casos | Porcentaje | |
|---|---|---|
| Ocupados | 12.993.265 | 93,1 |
| Desocupados | 956.699 | 6,9 |
| Total | 13.949.964 | 100 |
Fuente: elaboración propia en base a datos de la EPH.
Definido el universo de Ocupados, se analiza la Categoría ocupacional. En este caso, quienes tienen plan o programa de trabajo y consideraron que la contraprestación realizada tiene el estatus de trabajo, deberán definir si son empleados en relación de dependencia (obrero o empleado) o cuenta propia. Elección de cierta complejidad dado que no se ha definido jurídicamente el tipo de relación laboral que implica una contraprestación. Quienes se consideran Asalariados (obrero o empleado) continúan con la posibilidad de manifestar la condición de trabajador por un plan o programa social.
Tabla 2. Categoría ocupacional según EPH. Segundo cuatrimestre de 2022.
| Casos | Porcentaje | |
|---|---|---|
| Patrón | 466.741 | 3,6 |
| Cuenta propia | 2.898.980 | 22,3 |
| Obrero o empleado | 9.556.153 | 73,5 |
| Trabajador familiar sin remuneración | 71.391 | 0,5 |
| Total | 12.993.265 | 100 |
Fuente: elaboración propia en base a datos de la EPH.
A quienes responden ser Asalariados se les pregunta si el trabajo tiene tiempo de finalización.
Tabla 3. Asalariados (obreros o empleados) según si el empleo tiene tiempo finalización.
| Casos | Porcentaje | |
|---|---|---|
| Sí | 1.005.954* | 11,6 |
| No | 7.178.442 | 82,7 |
| Ns/nc | 498.943 | 5,7 |
| Total | 86.833.391 | 100 |
*El total no coincide con la categoría “obrero o empleado” de la tabla anterior porque se excluye el servicio doméstico.
Fuente: elaboración propia en base a datos de la EPH.
Al subuniverso que contesta que su trabajo tiene tiempo de finalización, se le interroga sobre si es Plan de empleo, Trabajo a prueba, Beca o Ninguno de esos.
Tabla 4. Asalariados (obreros o empleados) cuyo empleo tiene tiempo de finalización según tipo de trabajo no permanente.
| Casos | Porcentaje | |
|---|---|---|
| Plan de empleo | 127.196 | 12,6 |
| Periodo de prueba | 67.958 | 6,8 |
| Beca/Pasantía | 38.605 | 3,8 |
| Ninguno de esos | 768.931 | 76,4 |
| Ns/nc | 3.264 | 0,3 |
| Total | 1.005.954 | 100 |
Fuente: elaboración propia en base a base de datos de la EPH.
El análisis de los datos de la EPH muestra que la población que se declara ocupada mediante plan o programa de empleo alcanza a unos 127.000 trabajadores, cuando solo el programa Potenciar contaba para fines de 2023 con alrededor de 1.200.000 beneficiarios (dato de finales de 2022, para asegurar la sincronicidad con los datos de la EPH que se presentan). A esto debe sumarse todo otro programa por el que se realice contraprestación en todas las jurisdicciones. Entonces la población que accede a planes y programas con contraprestación constituirían alrededor el 10% de los ocupados, y aportan a la estadística oficial de ocupación menos del 1%.
Se observa que el reconocimiento estadístico oficial respecto del estatus de quienes trabajan mediante un programa social es ambiguo, ya que no se lo define como una situación que deba ser tratada de manera particular, como sucede con el empleo doméstico en hogares particulares (que tiene un bloque breve pero específico de preguntas). A esta su legitimidad ambigua respecto de su condición de trabajo se suma que la situación de contraprestación implica en general una carga horaria semanal relativamente baja, por lo que en el caso de ser una actividad que se realiza a la par de otra con larga tradición de reconocimiento como tal, la contraprestación queda traslapada por otros trabajos.
Por las razones expuestas en la línea de investigación que desarrollamos tomamos la decisión de construir una variable que distinga entre los ocupados cuyos ingresos no dependan de políticas sociales, de aquellos que en parte o totalmente sí lo hacen, porque en el nivel analítico esto aporta riqueza y permite captar los modos como se entrelazan las estrategias de reproducción con las políticas estatales, y cómo esto entreteje las matrices político-territoriales. Esto se presenta abajo, luego de un primer desarrollo que presenta datos que permiten contextualizar el trabajo popular con los parámetros estadísticos oficiales.
Para el análisis de la Condición de actividad utilizaremos los criterios de la estadística oficial actual para las dos primeras categorías y mantenemos una tercera que se había incorporado a esta luego de la crisis de 2001 y que tuvo por intención registrar fundamentalmente a beneficiarios del Plan Jefes y Jefas de Hogar, pero que actualmente cayó en desuso. Al presente, las contraprestaciones por programas sociales mantienen con el trabajo el estado del gato de Schrödinger: son y no son simultáneamente. Quedan subregistradas en las estadísticas al no contar con módulos específicos de registro, tal como ha sido analizado arriba.
Las categorías que utilizaremos en principio son:
Gráfico 1. Condición de actividad de población mayor de 14 años de edad del Sector 0 (Villa Jardín).
Fuente: elaboración propia en base a la encuesta realizada en el Sector 0 de Villa Jardín (agosto y septiembre de 2023).
Del análisis de la condición de actividad de la población mayor de 14 años, se observa que casi el 60% ingresa a la Población Económicamente Activa (PEA), es decir, o está ocupada o busca trabajo. Este porcentaje es similar al del Conurbano para el período, que según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) llega al 62% para la población en el mismo rango de edad (Secretaría de Trabajo, 2024). Casi el 37% es económicamente no activa y un 3,3% cumple contraprestación por algún programa o plan de empleo y no tiene otra ocupación.
Gráfico 2. Situación de Actividad de PEA del Sector 0 (Villa Jardín).
Fuente: elaboración propia en base a la encuesta realizada en el Sector 0 de Villa Jardín (agosto y septiembre de 2023).
En cuanto a la situación de actividad, la variable se comporta de manera similar a la de otros barrios populares relevados, indistintamente del momento histórico de la investigación: la desocupación es siempre muy baja. Esta constatación aporta argumentos a la hipótesis acerca del carácter cíclico de la economía popular, fuertemente vinculada al trabajo informal caracterizado por Portes (1995), que tiene como rasgo distintivo este carácter.
En el caso que se analiza, la desocupación alcanza el 3,6%. Más allá de su carácter cíclico, existen otras razones para pueden explicar esto. Mencionamos una en particular: el modo de medir las categorías “ocupado”, “desocupado”, que remiten a modos de acceso al mercado de trabajo propios de otras clases sociales.4
Dejando de lado, de momento, este indicador que Villa Jardín comparte con otros territorios similares, se observan algunas especificidades que permiten afirmar que es uno de los barrios analizados a lo largo de más de diez años de investigación (en el que se relevaron diecisiete barrios con similares herramientas) que más se acerca a los parámetros de la “sociedad salarial” definida en los términos de Castel (1997), es decir, donde la mayoría de las protecciones sociales aún se vinculan al trabajo (asalariado). Avanzaremos en el análisis de otras variables que aportan a sostener esa afirmación. Y para ello se contrastarán los resultados con los de otro barrio relevado en el mismo período (etapa posaislamiento social 2020/2021): San Ignacio - La Morita, localizado en el municipio de Esteban Echeverría, en el segundo cordón del conurbano, de tipología asentamiento.
La primera mención corresponde a la significativa presencia de trabajo registrado. En San Ignacio - La Morita la informalidad, medida en términos de trabajo asalariado no registrado (trabajo en “negro”), alcanza al 67,6% de los asalariados. En Villa Jardín el porcentual se reduce al 39%, porcentaje que se asemeja (y supera) a la media de empleo de registrado en el conurbano (36,7% para el mismo período del relevamiento) (Secretaría de Trabajo, 2024). Esto significa que casi el 60% de los ocupados asalariados son registrados.
Gráfico 3. Ocupados obreros o empleados, según trabajo registrado.
Fuente: elaboración propia en base al censo realizado en el barrio San Ignacio - La Morita (E. Echeverría) (septiembre a noviembre de 2021). Base: 136; y encuesta realizada en el barrio Villa Jardín (Lanús) (agosto y septiembre de 2023). Base: 705 casos.
consideramos la informalidad en términos sociológicos, asumimos la conceptualización de Portes (1995), para quien este término incluye a todo trabajador cuyas protecciones no provienen del trabajo. Es decir, toda actividad que produce ingresos por fuera del trabajo contractual registrado. En estos términos, la diferencia entre ambos barrios se mantiene, ya que en Villa Jardín el 61,1% de los trabajadores ocupados son informales, mientras que en San Ignacio - La Morita esta categoría incluye al 83% de los ocupados.
Gráfico 4. Ocupados obreros o empleados, según informalidad.
Fuente: elaboración propia en base al censo realizado en el barrio San Ignacio - La Morita (E. Echeverría) (septiembre a noviembre de 2021). Base: 136; y encuesta realizada en el barrio Villa Jardín (Lanús) (agosto y septiembre de 2023). Base: 705 casos.
Las diferencias entre ambos barrios persisten al considerar la calificación de la tarea. En San Ignacio - La Morita el 40,5% de las ocupaciones son calificadas, mientras que en Villa Jardín el porcentaje alcanza al 68,8%. En este punto recuperamos perspectivas de análisis específicas de la investigación que brindan herramientas para captar las especificidades de nuestro objeto de estudio. En trabajos anteriores hemos justificado la necesidad de analizar de manera particular trabajos que hemos denominados “específicos de la economía popular” (Cabrera, 2023), que incluyen actividades seleccionadas por razones diferentes:
Gráfico 5. Ocupados según calificación.
Fuente: elaboración propia en base al censo realizado en el barrio San Ignacio - La Morita (E. Echeverría) (septiembre a noviembre de 2021). Base: 269, y encuesta realizada en el barrio Villa Jardín (Lanús) (agosto y septiembre de 2023). Base: 1139 casos.
Esta taxonomía divide a las ocupaciones no calificadas, recuperando actividades que de otro modo quedarían excluidas del concepto mismo de “ocupación” (estudiar, ir a marchas, etc.). Y se observa que los trabajos específicos de la economía popular tienen presencia en Villa Jardín, pero menguada respecto de San Ignacio - La Morita.
Tabla 5. Habitantes del Sector 0 de Villa Jardín según cobertura de salud.
| Casos | Porcentaje | |
|---|---|---|
| PAMI | 355 | 14 |
| Obra social | 811 | 32 |
| IOMA | 19 | 0,7 |
| Prepaga | 59 | 2,3 |
| Sistema de emergencia pago | 5 | 0,2 |
| Incluir salud (Ex PROFE) | 16 | 0,6 |
| No tiene | 1221 | 48,1 |
| Ns/Nc | 51 | 2 |
| Total | 2536 | 100 |
Fuente: elaboración propia en base a la encuesta realizada en el Sector 0 de Villa Jardín (agosto y septiembre de 2023).
Un dato significativo respecto de las huellas de la sociedad salarial en Villa Jardín es la cobertura de salud de los habitantes. Mientras que en los barrios populares la cobertura alcanza porcentajes bajos (la categoría “No tiene” se sitúa entre el 70% y el 90% generalmente), en Villa Jardín casi la mitad tiene cobertura por obra social o prepagas. El 0,6% accede por planes o programas de salud y el 50,1% no tiene. Excepto los sistemas prepagos y PROFE, el resto de las coberturas (46,7%) provienen de las protecciones vinculadas al mundo del trabajo.
Gráfico 6. Condición de actividad de población mayor de 60 años de edad del Sector 0 (Villa Jardín).
Fuente: elaboración propia en base a la encuesta realizada en el Sector 0 de Villa Jardín (agosto y septiembre de 2023). Base: 464 casos.
Gráfico 7. No activos en población mayor a 60 años de edad del Sector 0 de Villa Jardín según situación de inactivo.
Fuente: elaboración propia en base a la encuesta realizada en el Sector 0 de Villa Jardín (agosto y septiembre de 2023). Base: 327 casos.
Otro rastro de las huellas de la sociedad salarial se observa en la población mayor de 60 años. De ellos, el 71% es no activo. Y de ese subuniverso, el 88% es jubilado o pensionado, accediendo a la cobertura de protecciones que le concede su condición de pertenencia a la sociedad salarial durante su etapa vital de participación en la PEA (o la de ser derechohabiente de alguien en esa condición).
A partir de los indicadores presentados, se observan diferencias que habilitan la posibilidad de sostener la hipótesis acerca de tipificar a Villa Jardín como parte (aun en sus márgenes) de la sociedad salarial, resquebrajada, en crisis, pero que aún ata sus protecciones al mundo del trabajo asalariado.
Indagaremos ahora en otros indicadores vinculados al mundo del trabajo, que buscan captar la especificidad de la economía popular que unifica a los barrios que se toman como referencia en este trabajo. Reafirmamos la necesidad de tensionar el concepto mismo de trabajo, para abarcar las ocupaciones que, como hallazgos del trabajo empírico, surgen del diálogo con el territorio, pero no encuentran correlato en la estadística oficial o académica. Desde esta propuesta, consideramos a todas las personas que realizan una actividad que asume para ellas el carácter de obligatoria y por la cual perciben o aspiran a percibir un ingreso como un nuevo universo, que tiene contactos, pero excede a lo que recorta la PEA como “trabajadores” (Cabrera, 2023). Los denominaremos “Remunerados”, variable cuyo universo se constituye de la suma de las categorías de la PEA “Ocupados” y “Solo recibe plan de empleo” y cuenta con tres categorías:
• Ocupados: corresponde a quienes responden sí a la pregunta sobre si trabaja actualmente, por lo que sus ingresos provienen exclusivamente del trabajo mercantil tradicional.5
• Ocupados en políticas sociales: corresponde a quienes responden que no a la pregunta sobre si trabaja actualmente y sí a la de si recibe una política social de transferencias monetarias por la que deba hacer alguna contraprestación. Sus ingresos provienen exclusivamente de transferencias monetarias estatales.6
• Ambas ocupaciones: corresponde a los que responden que sí a las preguntas sobre si trabaja actualmente y sobre si recibe una política social de transferencias monetarias por la que deba hacer alguna contraprestación.7
Gráfico 8. Distribución de remunerados San Ignacio - La Morita, 2016-2022.>
Fuente: Cabrera (2023).
Gráfico 9. Distribución de remunerados. Villa Jardín.
Fuente: elaboración propia en base a la encuesta realizada en el barrio Villa Jardín (Lanús) (agosto y septiembre 2023). Base: 1204 casos.
Para el análisis de los Remunerados analizaremos los datos del comportamiento de la variable en San Ignacio - La Morita antes y después del Aislamiento Obligatorio que se extendió en gran parte de los años 2020 y 2021 y que dio lugar a un marcado proceso de profundización de la territorialización (Cabrera, 2023).
En San Ignacio - La Morita la categoría “ocupados” de la variable Remunerados decayó del 95,1% al 71,7% entre 2016 y 2023, esto es un 23,4%. Esa diferencia es explicada por el aumento significativo de receptores de políticas sociales, tanto por los que solo tienen ese ingreso como por aquellos que combinan ingresos de políticas sociales con los de trabajo mercantil tradicional. Los ocupados en políticas sociales, es decir, aquellos cuyos ingresos provienen exclusivamente del Estado, aumentaron un 10,9% y los que combinan ambos tipos de ingresos lo hicieron en un 12,5%.
En Villa Jardín los ocupados se acercan más a la situación pre aislamiento de San Ignacio - La Morita (87,1%). En la PEA esta categoría alcanza al 96,4%, por lo que cae casi 10 (9,3%) puntos cuando se restan los ocupados que a la vez acceden a una política social.8 De este modo, el 12,9% de los trabajadores (remunerados) acceden a ingresos a través de políticas de transferencia monetarias.
En un cálculo poco riguroso pero significativo, puede decirse que a nivel nacional las políticas sociales de empleo (específicamente el Potenciar), alcanzaba alrededor de 1.200.000 al momento del relevamiento. Y la PEA era de poco más de 12.000.000. Por lo que los Potenciar pueden estimarse en alrededor del 10% de la PEA. Proporción similar a la que presenta Villa Jardín, reforzando la hipótesis acerca de que el comportamiento de las estadísticas de trabajo se acerca más a la media del conglomerado al que pertenece, que a otros barrios populares del conurbano.
Finalmente, presentamos un breve análisis de la relación entre trabajo y condiciones de vida, sobre la que han operado transformaciones profundas (Cabrera, 2023). Anteriormente recuperábamos una afirmación de Danani (2009: 26) que ha sido un eje de análisis desde el comienzo de la investigación que enmarca este trabajo: “La matriz de las condiciones de vida se encuentra en el trabajo”. Esto que era corroborado en los años iniciales de la investigación (iniciada en 2011), fue transformándose de la mano de la creciente territorialización de las estrategias de acceso a ingresos de la economía popular. En 2023 aseveramos que se verificaba la transformación (o más bien ruptura) de esta relación. Los datos empíricos de San Ignacio - La Morita (con una línea de base en 2016, se pudo analizar el impacto del proceso de territorialización en 2022) mostraban que, a pesar de la disminución de todos los indicadores de presencia y calidad del trabajo mercantil y el fuerte crecimiento de los ingresos provenientes de las políticas sociales, la pobreza por ingresos se mantuvo estable. Postulamos entonces la existencia de una relación entre la inmovilidad de la pobreza, aun en condiciones de achicamiento de los ingresos laborales como principal fuente de ingresos y el crecimiento elocuente de la dependencia de los hogares de los ingresos provenientes de las políticas de transferencias monetarias, de manera exclusiva o combinada con ingresos laborales. Esto es, el crecimiento del aporte de los ingresos de fuentes estatales es de tal magnitud que logró equiparar el peso de los ingresos laborales en la matriz de condiciones de vida de los hogares de la economía popular. Villa Jardín aporta desde otro lugar a reforzar la hipótesis de la ruptura de la relación entre trabajo y condiciones de vida. Considerando la pobreza por ingresos como un indicador de cambios coyunturales en las condiciones de vida, vemos que las condiciones de Villa Jardín reflejan una mejor situación que la de San Ignacio - La Morita, cuyos índices de pobreza en 2016 llegaban al 75% (con indigencia del 28%) y en 2022 al 77% (con una indigencia del 31%). En Villa Jardín el 58,6% de los hogares son pobres (con un 28,2% de indigencia).
Tabla 6. Hogares de San Ignacio - La Morita según línea de indigencia/pobreza.
| 2016 | 2021 | |||
|---|---|---|---|---|
| Casos | Porcentaje | Casos | Porcentaje | |
| Indigente | 38 | 28,6 | 54 | 31,2 |
| Pobre | 62 | 46,6 | 79 | 45,7 |
| No pobre | 33 | 24,8 | 38 | 22 |
| Sin datos | -.- | -.- | 2 | 1,2 |
| Total | 133 | 100 | 173 | 100 |
Fuente: elaboración propia en base al censo realizado en el barrio San Ignacio - La Morita (E. Echeverría) (mayo 2016 y septiembre a noviembre de 2021).
Gráfico 10. Hogares según pobreza por ingresos. Villa Jardín
Fuente: elaboración propia en base a la encuesta realizada en el barrio Villa Jardín (Lanús) (agosto y septiembre de 2023). Base: 733 casos.
La lectura de los datos permite comprobar que, si bien la pobreza de Villa Jardín es casi 15 puntos más baja que la de San Ignacio - La Morita (aun considerando la asincronía de los relevamientos, se trata de momentos históricos de condiciones similares), el peso de la indigencia es relativamente mayor en Villa Jardín, donde casi la mitad de los pobres son indigentes, ya que esta categoría presenta porcentajes similares a los de San Ignacio - La Morita.
Según datos de la EPH publicados por el INDEC, en el segundo semestre de 2023 la pobreza en los partidos del GBA alcanzó al 36,3% de los hogares (con un 11% de indigencia). Estos datos muestran que, si bien las condiciones del trabajo de Villa Jardín se acercan más a las del aglomerado al que pertenece, las condiciones de vida (considerando la pobreza como un indicador de los cambios coyunturales de estas condiciones) son más cercanas a las del tipo de barrio que habitan.
5. Conclusiones
Este trabajo propuso analizar el mundo del trabajo en la economía popular, anclando para ello en un caso concreto: el de un sector de Villa Jardín. Este barrio tiene como particularidad mantener un vínculo fuerte con los últimos resabios de la sociedad salarial definida en los términos que propone Castel (1997). Sin embargo, al considerar el vínculo entre trabajo (del mundo salarial) y condiciones de vida, el barrio asume el comportamiento cercano al de otros barrios populares. Es decir, el territorio y sus especificidades prima por sobre la sociedad salarial, una de cuyas primeras condiciones fue la desterritorialización de las protecciones que el trabajo asalariado brinda, supliendo a las protecciones cercanas (Castel, 1997).
Una característica definitoria del mundo del trabajo en Villa Jardín es la “infiltración” de las condiciones que priman en el mundo el trabajo popular, y para cuyo reconocimiento se requieren indicadores específicos, ya que el trabajo popular es y no es al mismo tiempo, tanto en lo que respecta a su reconocimiento (como muestra la ambigüedad de la estadística laboral en su medición) como a las labores mismas que se realizan (muchas veces la condición de trabajo es otorgada a posteriori de la labor; en particular cuando depende de condiciones externas, como es el caso del reciclado de basura, que puede producir mercancía o bienes de uso como resultado). Este trabajo popular ocupa un lugar central en los análisis que proponemos porque muestra una transformación de orden epistemológico que es invisibilizada en el mundo académico, tanto por aquellos que estudian las nuevas formas del trabajo como por los que proponen estudiar el trabajo popular desde la perspectiva de la informalidad o del “trabajo sin patrón”.
Finalmente, se analiza la relación entre trabajo y condiciones de vida, que hasta hace pocos años era acompañada por la fuerza de los datos relevados. Este artículo permite corroborar la transformación (o más bien ruptura) de esta relación. A pesar de la disminución de todos los indicadores de trabajo mercantil y el fuerte crecimiento de los ingresos provenientes de las políticas sociales, la pobreza por ingresos se mantiene estable. Se postula que existe una relación entre esta inmovilidad de la pobreza, aun en condiciones de achicamiento de los ingresos laborales como principal fuente de ingresos y el crecimiento elocuente de la dependencia de los hogares de los ingresos provenientes de las políticas de transferencias monetarias, de manera exclusiva o combinada con ingresos laborales. Esto es, el crecimiento del aporte de los ingresos de fuentes estatales alcanzó tal magnitud que logra equiparar el peso de los ingresos laborales en la matriz de condiciones de vida de los hogares de la economía popular, fortaleciendo así el papel de las matrices político-territoriales.
6. Referencias bibliográficas
Argentina, Secretaría de Trabajo (2024). Mercado de trabajo. Recuperado de https://www.argentina.gob.ar/trabajo/estadisticas/mercado-de-trabajo-0#6 (última visita: 20/05/2024).
Bourdieu, Pierre (septiembre de 1989). Espacio social y génesis de clase. Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, III(7), 27-55. Recuperado de https://www.redalyc.org/pdf/316/31630703.pdf (última visita: 12/03/2022).
Bourdieu, Pierre (1990). Espacio social y génesis de clase. En P. Bourdieu, Sociología y cultura (pp. 205-228). Méxixo: Grijalbo.
Bourdieu, Pierre (2000). Espacio social y poder simbólico. En P. Bourdieu, Cosas dichas (pp. 127-142). Barcelona: Gedisa.
Bourdieu, Pierre (2000). Objetivar al sujeto objetivante. En P. Bourdieu, Cosas dichas (pp. 98-101) [Traducción de M. Mizraji]. Barcelona: Gedisa.
Bourdieu, Pierre (2007). El sentido práctico. [Traducción de A. Dilon]. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
Cabrera, M. Claudia (2023). Flow de barrio. Territorio, matrices político-territoriales y trabajo popular. Revista Sociedad, (46), 149-186.
Cabrera, M. Claudia y Vio, Marcela (2014). Cuadernos de Bitácora. Los hilos de la economía popular en la posconvertibilidad. En M. C. Cabrera y M. Vio (eds.), La trama social de la economía popular. Buenos Aires: Espacio.
Castel, Robert (1997). Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado. [Traducción de J. Piatigorsky]. Buenos Aires: Paidós.
Chena, Pablo (2017). La economía popular y sus relaciones fundantes. En E. Persico et al (edits.), Economía popular. Los desafíos del trabajo sin patrón (pp. 41-62). Buenos Aires: Colihue.
Cravino, María Cristina; Fournier, Marisa; Neufeld, María Rosa y Soldano, Daniela (2001). Sociabilidad y micropolítica en un barrio “bajo planes”. En L. Andrenacci (ed.), Cuestión social y política social en el Gran Buenos Aires. Buenos Aires: UNGS y Al Margen.
Danani, Claudia (2009). La gestión de la política social: un intento de aportar a su problematización. En M. Chiara y M. Di Virgilio, La gestión de la polítca social. Conceptos y herramientas (pp. 25-51). Buenos Aires: UNGS y Prometeo.
Maldovan Bonelli, Johanna (2018). La economía popular: debate conceptual de un campo en construcción. Buenos Aires: Citra.
Merklen, Denis (2010). Pobres ciudadanos. Las clases populares en la era democrática (Argentina, 1983-2003). Buenos Aires: Gorla.
Natalucci, Ana y Morris, María Belén (2019). ¿Superando la fragmentación? Un análisis de las estrategias de articulación entre la CGT y la CTEP (2009-2017). Astrolabio (23).
Portes, Alejandro (1995). En torno a la informalidad: ensayo sobre la teoría y al medición de la economía no regulada. México: Porrúa.
Rapoport, Mario (2016). El Plan de Convertibilidad y la economía argentina (1991-1999). Economia E Sociedade, 9(2), 15-47. Recuperado de https://periodicos.sbu.unicamp.br/ojs/index.php/ecos/article/view/8643111 (última visita: 08/10/2022).
Svampa, Maristela (2005). La sociedad excluyente. La Argentina bajo el signo del neoliberalismo. Buenos Aires: Taurus.
Vio, Marcela (2018). Nada es pesado para llevar a casa: la economía popular en la posconvertibilidad. Análisis de las condiciones de vida y estrategias de reproducción social de los hogares que viven de la basura en el partido de San Martín. Buenos Aires: Tesis de Doctorado. FLACSO. Sede Académica Argentina.
- Estas relaciones clientelares no son específicas del mundo popular, se encuentran diseminadas en diversos campos con mucho más poder simbólico como para descartar, simbólicamente, el adjetivo de “clientelar” como propio de algunas de sus relaciones. Es decir, al igual que la territorialización, son rasgos que atraviesan a la sociedad pero que la academia solo reconoce en espacios sociales distantes y con escaso capital simbólico. ↑
- Este acontecimiento se postula como central para comprender muchas de las transformaciones de las matrices político-territoriales en los barrios populares en estudio. Fundamentalmente vinculadas con el debilitamiento del peronismo tradicional en el territorio y el crecimiento de los movimientos sociales como asignadores de las políticas sociales, en particular las de transferencias monetarias. No estamos en condiciones de afirmar la existencia de una relación causal entre ambos procesos. ↑
- Políticas como la AUH se inscriben en el régimen de seguridad social, lo que en términos teóricos la independiza de los poderes territoriales. Sin embrago, en su traducción territorial esto no sucede por diversos motivos a los que nos hemos referidos como “las huellas del plan”. Para profundizar sobre este análisis, véase Cabrera (2014). ↑
-
Por ejemplo, EPH pregunta si la semana pasada, ¿tenía...
1 = ...un solo empleo/ocupación/actividad?
2 = ...más de un empleo/ocupación/actividad?
Es difícil determinar esto en el caso de muchas de las ocupaciones de la economía popular. Por caso, si un cartonero sale a cartonear y no consigue nada para vender, ¿trabajó en el sentido que pregunta la EPH? Y, como se ha dicho, muchas actividades se definen como trabajo (mercantil) a posteriori. Por ejemplo, si se obtuvo un determinado objeto en la montaña, que se reacondiciona y se lleva a la feria a vender y no logra ser vendida, ¿se trabajó en la salida a la montaña ese día? Del mismo modo, para determinar la desocupación, la EPH indaga si el trabajo se buscó a través de contactos, entrevistas, mandar currículum, poner o contestó avisos (diarios, internet), si la persona se presentó en establecimientos, hizo algo para ponerse por su cuenta, puso carteles en negocios, preguntó en el barrio, consultó a parientes, amigos, se anotó en bolsas, listas, planes de empleo, agencias, contratistas, o alguien le está buscando trabajo. Los modos de acceso a ingresos (que en la definición de “trabajo popular” equiparamos a trabajo cuando asume el carácter de obligatorio) implican actividades que no están contempladas: ir al comedor, acompañar a referentes, ir al municipio para conseguir un transporte para cartonear, etc. ↑ - El total de casos de la categoría Ocupados de la variable Remunerados no coincide con la variable Ocupado de PEA porque que en esta variable están excluidos aquellos que además declaran una ocupación dependiente de la política social, es decir, quienes tienen un trabajo mercantil tradicional y un programa o plan social por el que realizan contraprestación. ↑
- Conceptualmente coincide con la categoría “Solo trabaja por el plan”. ↑
- El concepto de esta categoría no tiene su espejo en la medición de PEA que realiza la EPH. ↑
- Ese 9,3% no se refleja de manera porcentualmente en la categoría Ambas ocupaciones porque en Remunerados el número es mayor al de la PEA, debido a que se suma la categoría Ocupado en políticas sociales, que no conforma la PEA. Ocupados en PEA tiene un número de 1.139, similar a la suma de Ocupados y Ambas ocupaciones de Remunerados. ↑