SOCIEDAD Y
DESIGUALDADES
AÑO I | NÚMERO 1
NOVIEMBRE 2024
ABRIL 2025
ISSN: 3072-7111
INSTITUTO DE ESTUDIOS SOCIALES EN CONTEXTOS DE DESIGUALDADES (IESCODE)
Los putos también trabajan Perfiles ocupacionales de varones gays del Área Metropolitana de Buenos Aires, Argentina Maximiliano Marentes
Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales (Universidad Nacional de San Martín) - Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas, Argentina
mmarentes@unsam.edu.ar / ORCID: 0000-0001-8494-4962

Recibido: 30 de abril de 2024. Aceptado: 18 de julio de 2024. Resumen El artículo describe los perfiles ocupacionales de treinta varones gays de entre 23 y 38 años que viven en el Área Metropolitana de Buenos Aires. Para ello, me baso en los datos proporcionados a partir de un abordaje biográfico-cualitativo. Al examinar sus ocupaciones ilumino un aspecto soslayado en los estudios sobre diversidad sexual que obvian que, además de tener sexo, los gays también trabajan. Al mismo tiempo, abono al campo de discusiones sobre diversidad sexual y de género en el cruce con lo laboral, que suele concentrarse solo en la discriminación. Propongo un esquema de perfiles ocupacionales que, como fotos en movimiento, permiten ver sus actuales inserciones ocupacionales, sus historias laborales y sus expectativas futuras. Estas fotos en movimiento dejan observar dónde se encuentran, de dónde vienen y hacia dónde quieren ir. Sintetizando estos tres aspectos, diseñé ad hoc cinco perfiles: desocupados que buscan trabajos convenientes; temporarios que por el momento están ahí; estabilizados relativamente quietos; estabilizados que están encendiendo sus motores y salidos de encuadre que están recalculando sus trayectorias. Concluyo con el potencial que poseen los estudios sobre diversidad sexual y de género para aportar descripciones sobre las condiciones materiales de existencia de estos grupos. Palabras clave: hombres gay | perfil ocupacional | diversidad sexual | trayectoria laboral
Gay men also work Occupational profiles of gay men living in the Metropolitan Area of Buenos Aires, Argentina Abstract This paper describes the occupational profiles of thirty gay men, from 23 to 38 years old, who live in the Metropolitan Area of Buenos Aires. The reconstruction of those profiles is based on data derived from a biographical-qualitative approach. Analyzing their occupations makes me focus on a disregarded aspect in the studies of sexual diversity concentrated on their erotic experiences, bypassing that gay men also work. This paper also seeks to contribute to the field of studies on gender and sexual diversity in the realm of work, which mainly focuses on discrimination.

I propose a framework of occupational profiles that, as moving paintings, allows us to observe their current jobs, their past trajectories, and their expectations about the future. These moving paintings enable us to examine where they are, from where they come, and where they want to go. Summarizing these aspects, I develop five ad hoc profiles: unemployed who look for a proper job; temporaries who, for the moment, are there; stabilized relatively stopped; stabilized on the march; and the out-of-frame ones who are readjusting their paths. I conclude with the potential that gender and sexual diversity studies to develop descriptions of the living conditions of those groups.
Keywords: gay men | occupational profile | sexual diversity | career path
1. Introducción: inserciones laborales desde adentro Sentados en la cocina de un hermosamente reciclado departamento en el barrio porteño de San Telmo, mientras la empleada doméstica limpiaba las habitaciones, con Diego comenzamos una entrevista sobre amor gay. Cuando ese frío día de mayo de 2015, a este artista performático de 27 años le pregunté en qué estaba trabajando, con una sonrisa respondió que después de mucho tiempo tenía un trabajo fijo. Tras haber dado clases en gimnasios y ser modelo publicitario, formaba parte de una performance en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Era un contrato por seis meses. Riéndose, explica que para un artista, seis meses de trabajo fijo es como la burguesía total. De Diego, uno de los nueve entrevistados de una fase exploratoria de un trabajo de campo, aprendí que para describir su entonces ocupación y sus sentidos asociados era necesario insertarla en la trayectoria que la contiene. En este trabajo busco seguir las enseñanzas de Diego para estudiar las inserciones laborales de los treinta varones gays que entrevisté para la investigación doctoral, en la que indagué sobre el amor gay. El objetivo de este texto consiste en describir sus perfiles ocupacionales, tomando en consideración los datos proporcionados por un abordaje biográfico-cualitativo. Como sugiere el título y profundizo en las siguientes secciones, al examinar sus trabajos intento iluminar un aspecto a veces obviado en los estudios sobre varones gays que tienden a concentrarse o en sus experiencias eróticas o en las discriminaciones que sufren estos varones en la esfera laboral. La primera parte del trabajo explicita las coordenadas metodológicas de la investigación que dieron lugar a estas reflexiones. La siguiente sección propone una discusión conceptual sobre el valor de la descripción de las inserciones laborales de varones gays. Luego, en el apartado de análisis, describo los perfiles ocupacionales de estos varones a partir de una tipología ad hoc que permite ordenarlos. El primer perfil reúne a quienes se encuentran sin ocupación. En el segundo, el foco está puesto en quienes, por diferentes motivos, tienen inserciones temporarias. El tercer y cuarto perfil responde a quienes gozan de inserciones laborales estabilizadas, pero que, en función de sus intereses, se encuentran más o menos quietos en ellas. Finalmente, en el quinto perfil ubico a los que están recalculando sus trayectorias laborales a partir de la mayor claridad sobre de qué quieren trabajar. En las conclusiones retomo el potencial que poseen los estudios sobre diversidad sexual y de género para aportar información sobre las condiciones materiales de existencia de quienes forman parte de esos colectivos. 2. Coordenadas metodológicas: enfoque biográfico-cualitativo De octubre de 2017 a noviembre de 2018 entrevisté a treinta varones gays de entre 23 y 38 años que residen en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), Argentina. Para contribuir con la representación de la pluralidad en torno a la residencia de estos varones, entrevisté tanto a algunos que viven en distintas zonas de la Ciudad de Buenos Aires como a quienes residen en zona sur, oeste y norte del Conurbano Bonaerense. Podrían sintetizarse sus posiciones de clase como parte de los estratos medios. Sin embargo, como se refleja a lo largo del texto en cada uno de los perfiles, sus trayectorias y orígenes son plurales. Para embarcarnos en la descripción de cada una de los perfiles, sin embargo, es necesario antes considerar el escenario macroestructural en que se inscriben estas trayectorias laborales. No solo los varones gays fueron socializados en el régimen de la gaycidad (Meccia, 2011) que les ofrece mayores oportunidades biográficas, sino también se incorporaron a un mercado de trabajo, el argentino, en el que las tasas de participación femenina han aumentado con los años, con marcadas segregaciones ocupacionales por género y en el que la terciarización de la economía se combina con tercerización y precariedad laboral que permean una multiplicidad de formas de contratación (Salvia, Fachal y Robles, 2018). Dichas inserciones, a su vez, ofrecen oportunidades diferentes según sexo, región de residencia y ciclo vital; especificidades que se articulan con variables como educación y hogar de origen (Pérez y Busso, 2018). Sumada a dicha estructura de oportunidades laborales, vale hacer mención a la situación inmediata en la que se dio el trabajo de campo, de octubre de 2017 a noviembre de 2018. Este período se caracterizó por el triunfo del macrismo, entonces oficialismo, en las elecciones parlamentarias de medio término de 2017. Meses después, hacia diciembre, hubo movilizaciones populares en contra de la reforma provisional que finalmente fue aprobada. Al año siguiente, la situación económica devino cada vez más complicada producto de crisis cambiarias que aceleraron el proceso inflacionario. Quedó eternizada la frase que el entonces presidente, Mauricio Macri, utilizó para explicarle al periodista Jorge Lanata la crisis: “Veníamos bien, pero pasaron cosas”. Como correlato de esa situación económica y su consecuente intento de combatirla a partir de medidas que buscaban reducir el déficit fiscal, se redujo la cantidad de ministerios, muchos de los cuales, como el de Salud, pasaron al estatuto de secretarías. Estas circunstancias alertaron a quienes se empleaban en el sector público, como algunos de los entrevistados. En el marco de esta coyuntura política y económica realicé el trabajo de campo que buscaba estudiar el amor. Las entrevistas se estructuraron en al menos cuatro encuentros con cada uno, dándonos tiempo suficiente para recuperar datos sociodemográficos, historias de amor, momentos y cosas de sus relaciones y cómo otras personas se inscribían en sus parejas, entre otras cuestiones. El principal objetivo de la investigación radicaba en el análisis del amor realmente existente de varones gays a partir de sus prácticas más que de sus idealizaciones. Para ello, encontré que la mejor forma de estudiar el amor en su puesta en acto es a partir de historias concretas. Como dispositivo analítico, las historias de amor se relacionan con el enfoque biográfico (Bassi Follari, 2014; Bertaux, 1999; Meccia, 2012), que permite conectar, como sugería Wright Mills (1981), los aspectos individuales y macroestructurales de la acción. El guion de entrevistas que había diseñado partía de indagar en los aspectos sociodemográficos, entre ellos, las inserciones laborales. Había decidido preguntar por esas cuestiones en el primero de los encuentros con el fin de conocernos mejor con cada entrevistado y así lograr el rapport necesario para avanzar en los interrogantes referidos a las intimidades, tal como señala Illouz (2009). Valiéndome tanto de un abordaje cualitativo como de la disponibilidad de tiempo con la que contábamos –a cada entrevistado ya le había adelantado que haríamos las entrevistas en varios encuentros– decidí abordar lo sociodemográfico no a modo de encuesta. No me conformé con el nombre de la ocupación o la descripción de las tareas, sino que preguntaba si les gustaba o no su empleo, si pensaban buscar otro trabajo o les pedía que me relataran alguna anécdota que sintetizara eso que les apasionaba de su profesión. Como encontraba buena predisposición por parte de los entrevistados, les pedí también que relataran brevemente sus historias laborales. Además de lo dicho, pude ir percibiendo gestos y tonos de voz que, hablando de su trabajo, ayudaban a entender mejor lo que relataban. Si bien en general hubo buena predisposición, Darío, un entrevistado, fiel a su carácter ansioso, estaba con más ganas de saltearse lo sociodemográfico y charlar directamente sobre su trayectoria amorosa. De todos modos, como cada una de estas biografías amorosas deja ver, no es tan sencillo separar lo amoroso de lo laboral. A más de seis años de esa provocación de Darío, respondo escribiendo este texto, que se inscribe en una serie de reflexiones sobre los cruces entre amor y trabajo en varones gays. En el primero de los textos reflexiono sobre los cruces entre ambas dimensiones a partir de los trabajos del amor: asumir una identidad en el trabajo, movilizar el deseo y estabilizar la pareja (Marentes, 2022). En el segundo, el foco es puesto en cómo el espacio laboral se convierte en un escenario de levante para complejizar las ideas sobre la mayor tendencia a buscar encuentros erótico-afectivos en aplicaciones o lugares de ocio. Al centrarnos en lo que encontraron, propongo ver los desafíos que implica que el trabajo se vuelva un espacio caliente. En el tercero, en línea con los trabajos centrados sobre discriminación que sufren los varones gays en el ámbito laboral, analizo cómo el ambiente de trabajo, por default heterosexualizado, es sometido a pruebas que revelan ese carácter y los mecanismos de heterosexualización que emergen en dichas situaciones (Marentes, 2024). En el último de los textos, este, propongo reconstruir los perfiles ocupacionales de estos varones. Por eso, debe entenderse que uno de los sesgos de estas reflexiones sobre el cruce entre trabajo y amor gay radica en que se desprenden de una investigación cuyo foco de estudio fue la reconstrucción de las experiencias amorosas de una treintena de varones gays. Sin embargo, ese mismo abordaje permitió enmarcar dichas prácticas en un entramado de otras esferas, como la laboral. Además, el enfoque biográfico posibilitó reconstruir esas plurales y heterogéneas trayectorias laborales. Tras transcribir la totalidad de las entrevistas –que suman unas 4.200 páginas–, procedí a realizar un análisis temático, siguiendo la propuesta de Braun y Clarke (2006). Dicha operación se estructuró en torno a una codificación inductiva a partir de los fragmentos de entrevistas en los que se mencionaban los diferentes ámbitos laborales por los que han pasado estos varones. Con ese material diseñé los cinco perfiles ad hoc que describo a lo largo del trabajo. Su construcción devino una estrategia analítica para reunir la multiplicidad de experiencias laborales presentes y pasadas, como también las expectativas. Ahora bien, cabe preguntarse, ¿cuál es el valor de esta descripción? 3. Discusión conceptual: ¿por qué describir los perfiles ocupacionales? Como me fuera señalado por un colega, podría forzarse la argumentación del texto para iluminar las especificidades de lo gay en estas trayectorias laborales. Sin embargo, por más que sus palabras sirvieran para que mejorase este trabajo, como respondía Bartleby, el escribiente (Melville, 2015), preferiría no hacerlo. Eso implicaría caer en la trampa de una doble moral. ¿O acaso pedimos que nos expliquen las especificidades de lo heterosexual en los demás estudios sobre trayectorias laborales? ¿Por qué damos por hecho que la homosexualidad de los homosexuales tiñe todas sus experiencias todo el tiempo –incluidas las laborales–, mientras que asumimos que la heterosexualidad de las y los heterosexuales no se juega en el espacio de trabajo? Dejando a un lado la provocación, esas especificidades son estudiadas en los otros textos que componen esta serie. Considero, por el momento, que el potencial de este artículo yace en otro lado: antes de embarcarnos en dichas particularidades, es necesario comenzar por describir sus perfiles ocupacionales. Vale preguntarse entonces sobre la pertinencia de un texto destinado a la descripción de perfiles ocupacionales de varones gays. Su respuesta afirmativa responde a varias cuestiones. En primer lugar, la escasa presencia en torno al análisis de las inserciones laborales de varones gays en la literatura sobre este grupo en las ciencias sociales argentinas. Se ha analizado la politización de la diversidad sexual en distintos momentos históricos y las respuestas del Estado (Figari et al, 2005; Hiller, 2010, 2017; Insausti, 2016, 2018; Iosa et al, 2012; Jones, Libson, y Hiller, 2006; Meccia, 2006; Moreno, 2008; Pecheny, 2001; Pecheny y De la Dehesa, 2010; Rapisardi y Modarelli, 2001; Settani, 2014; Simonetto, 2017b, 2017a; Sívori, 2008). También se ha reflexionado sobre los patrones de sociabilidad entre varones gays (Blázquez y Peressotti, 2017; Boy, 2008; Insausti, 2011; Leal Guerrero, 2011; Meccia, 2011; Sívori, 2004). Del mismo modo, una serie de estudios indagó sobre las representaciones de la diversidad sexual y de género en diferentes producciones culturales (Blázquez, 2015, 2017; Melo, 2005, 2008; Silva Fernández, 2019, 2020). Si bien en muchos de estos trabajos se hace alguna mención a las inserciones ocupacionales de estos varones, no suele ser el foco de análisis.1 En esa línea, cobra relevancia el llamado de Simonetto (2018) por estudiar las condiciones materiales de vida de quienes conforman el colectivo de la diversidad sexual y de género,2 en tanto esas personas no solamente tienen relaciones sexuales o son buscadas por la policía, sino que, como reflejo en el título, los putos también trabajan. En segundo lugar, los trabajos que sí atendieron a la cuestión de la inserción ocupacional de varones gays tienden a centrarse en los mecanismos de discriminación laboral que las personas experimentan al salir del closet o el manejo de la información que emprenden para mantener su identidad al resguardo (OIT, 2015; Ortega, 2017, 2020; Ortega y Marentes, 2019). Los estudios desarrollados por Ortega, por su parte, se centran en un ámbito laboral específico, el de la salud. Investigaciones sobre la situación social de las personas viviendo con VIH mostraron cómo esa condición se acopla a otras vulneraciones, como aquellas ligadas a la discriminación laboral por su orientación sexual y de identidad de género (Manzelli, Pecheny y Bruno, 2014; Pecheny et al, 2008). Este trabajo, por su parte, se acerca más a los datos que señalan las encuestas de participación en la marcha del orgullo (Figari et al, 2005; Iosa et al, 2012; Jones et al, 2006), que relevan las ocupaciones de quienes se acercan a estas celebraciones, sin profundizar en su análisis. Sin embargo, al contar con otras fuentes de información, merece la pena reconstruir esas trayectorias ocupacionales. Un trabajo como el que propongo busca contribuir con el conocimiento de las condiciones de vida de los varones gays. De allí que sea necesario reconocer que sus relaciones con el ámbito productivo son plurales, y sus involucramientos en el mercado de trabajo nuclean una multiplicidad de formas. Un tercer punto a favor de la descripción, siguiendo con la línea anterior, radica en entenderla como un esfuerzo de restituir la complejidad de lo social sin anteponer conceptos e interpretaciones que tienden a aplanar su dinamismo (Bazin, 2017). Como se sostiene desde la sociología pragmática, la descripción se convierte en un privilegiado punto de análisis, ya que no renuncia a su compromiso con la pluralidad y heterogeneidad de eso que llamamos lo social (Barthe et al, 2017; Baszanger y Dodier, 2004). En otras palabras, el ejercicio en apariencia simple de describir –en este caso los perfiles ocupacionales– posee el potencial de mostrar los ribetes y matices de eso que se agruparía fácilmente bajo una categoría que lo congela y estandariza –los varones gays–. Para evitar dichos riesgos, este trabajo se propone describir estos perfiles a partir de entenderlos como fotos en movimiento. Finalmente, un último argumento en favor de la descripción de los perfiles ocupacionales de los varones gays se relaciona con una pregunta típica del carácter moderno de las ciencias sociales, a saber, el interrogante sobre las desigualdades. Como nos ha enseñado el feminismo, las reflexiones sobre las inequidades socioeconómicas resultan incompletas si no se articulan con cómo estas operan sobre la base de una estructura patriarcal (Hartmann, 1996). En esa clave, los estudios amparados en un enfoque interseccional (Crenshaw, 1989; Davis, 2008; McCall, 2005 y Yuval-Davis, 2006) han permitido visibilizar las múltiples formas en que dichas articulaciones suceden en función de variables como clase, género, raza y edad, entre otras. Si bien a partir de dichos llamamientos poseemos un cada vez mayor conocimiento sobre la generización de las desigualdades, menos atención se ha prestado al modo en que las diversidades sexo-genéricas inciden en la producción social de asimetrías. Si formar parte de dicha población incide en las posibilidades de acceder a diferentes puestos de trabajo, vale preguntarse cómo sucede. De allí que recuperar la orientación sexual –objeto de este artículo– e identidad de género de las personas para comprender mejor cómo estas se traducen en la distribución de oportunidades ocupacionales sea, en última instancia, una reflexión sobre el modo en que las desigualdades sociales se producen y, por consiguiente, se reproducen. 4. Análisis: perfiles ocupacionales como fotos en movimiento Como se suele enseñar en las clases de metodología de la investigación, una encuesta puede ser caracterizada como una foto. En cambio, al trabajar con historias laborales vemos esa foto en movimiento, como los retratos de las películas de Harry Potter. Antes de embarcarnos en la descripción de estos perfiles ocupacionales, es necesario explicar cómo utilizo esta categoría a lo largo de estas páginas. Un primer objetivo del texto radica en dar una primera aproximación de las inserciones laborales de estos treinta varones gays que entrevisté para una investigación sobre amor gay. Ese pantallazo de sus actuales ocupaciones se encuentra en una tabla en el anexo, y con ella no sería necesario un artículo. Pero, amparado en el enfoque biográfico-cualitativo, reconstruí esas historias laborales y pude observar el camino que hicieron para llegar a donde están. Podría, entonces, explicar que analizo las trayectorias laborales. Como señala Muñiz Terra, el enfoque biográfico permite reconstruir “historias paralelas como imbricadas, hilos que tejen la madeja biográfica” (2012: 40). En ese sentido, partiendo del estudio de las historias de amor, en clave retrospectiva, pude acceder a otros itinerarios de la vida de los entrevistados, como los laborales. Sin embargo, como también conversamos sobre sus ideas a futuro y sus deseos, hacer justicia a lo que me fue contado implica tomar en consideración sus anhelos y planes para evaluar esas historias laborales. En línea con la propuesta de Pries (1999), sostenida por Muñiz Terra (2012), entiendo que las expectativas a futuro, en tanto proyecto biográfico, son centrales para el análisis de los itinerarios laborales. Por ello propongo, para la confección de los perfiles abajo descriptos, considerar dichos deseos. A fin de cuentas, la dimensión diacrónica de los recorridos laborales de estos varones gays, al mismo tiempo, devuelve el carácter procesual de la producción de las desigualdades sociales (Muñiz Terra, 2024). Ahora bien, ¿por qué hablar de perfiles ocupacionales? En tanto tales, permiten conocer sus actuales inserciones ocupacionales, sus historias laborales y sus deseos sobre el futuro. Dichos perfiles nos devuelven una foto en movimiento que nos deja ver dónde se encuentran ahora, de dónde vienen y hacia dónde quieren ir. Debido a que esa foto forma parte de una dimensión –la laboral– de las vidas de estos varones que entrevisté, me resulta pretencioso llamarlas trayectorias. Prefiero destinar dicho término a sus itinerarios amorosos, que estudié en profundidad, y en el que los perfiles ocupacionales son un aspecto más –eso sí, muy relevante–. Al igual que con las fotos, es una cuestión de foco. Si tuviera que decir qué tipo de álbumes compone mi investigación, diría que se trata de uno sobre el amor. En dichos álbumes, el trabajo, por vivir en sociedades capitalistas y porque todos y cada uno de los entrevistados adquieren sus ingresos que les permiten vivir a partir de un trabajo (o más de uno), es que sus perfiles ocupacionales requieren ser descriptos. Sintetizando, entonces, los tres aspectos en torno a las temporalidades, diseñé ad hoc los cinco perfiles que describo a continuación. El primer perfil reúne a quienes se encuentran sin ocupación. En el segundo, el foco está puesto en quienes, por diferentes motivos, tienen inserciones temporarias. El tercer y cuarto perfil responde a quienes gozan de inserciones laborales estabilizadas, pero que, en función de sus intereses, se encuentran más o menos quietos en ellas, los primeros mirando hacia el costado, los segundos hacia adelante. Finalmente, en el quinto perfil ubico a los que están recalculando sus trayectorias laborales a partir de la mayor claridad sobre de qué quieren trabajar. 4.1. Desocupados: buscando trabajos que cierren El primero de los perfiles responde al de quienes se encuentran desocupados y están buscando trabajo. Si bien resulta similar su situación actual, sus recorridos y aspiraciones son diferentes. Alejo, de 23 años, luego del secundario en un colegio universitario, comenzó y dejó dos carreras en la Universidad de Buenos Aires y ahora se encuentra3 estudiando violonchelo. Sabe que es una carrera que le va a llevar muchos años, pero no le preocupa. En 2018, cuando lo entrevisto, está por comenzar segundo año de su formación y está decidido a buscar un trabajo ahora que ya sabe cuánto tiempo le demanda el instituto. Lo motiva que a sus 23 años nunca tuvo un trabajo, como expresa con una sonrisa. No considera que lo que había hecho fuera un trabajo: una pasantía dando talleres en escuelas secundarias y ocuparse un verano en un parque de la Ciudad de Buenos Aires. Otro de los motivos por el que busca trabajo es ahorrar lo suficiente para mudarse solo y abandonar el departamento alquilado donde vive con su madre. Cercano en edad, Tato tiene una historia laboral diferente. Si bien a sus 24 años se encuentra desocupado, comenzó a sus 15 como camarero en el restaurante donde trabajaba su padre, en la zona oeste del Conurbano Bonaerense. Proveniente de una familia de clase trabajadora (su padre cocinero, su madre empleada de casas particulares), comenzar a trabajar a temprana edad no le resultó ajeno. Luego pasó por otros restaurantes y por un call-centre. Ya por la militancia, consiguió un empleo de mantenimiento y limpieza en Tecnópolis, un parque de ciencia y tecnología. Al momento de nuestros encuentros, a principios de 2018, busca un trabajo compatible con los estudios de profesorado de Historia que está arrancando. Además de algunas changas que hace como fotógrafo en eventos, con Dante, su compañero, tienen un emprendimiento informal por su propia cuenta, una feria americana. A Dante, de 32 años, lo entrevisté poco tiempo después que a Tato, su compañero, como se definen. Para ese entonces, Tato estaba en período de prueba en un call-centre. La idea de la feria americana surgió en su último viaje en moto al norte del país, a partir de compartir la pasión por comprar ropa en esos negocios. Al volver de viaje armaron la feria americana en la casa de Dante, en la zona sur del Conurbano Bonaerense. Mientras sigue intentando conseguir algún empleo a partir de contactos por la militancia, Dante complementa la feria americana con otros ingresos informales que provienen de changas de peinado y maquillaje. A sus 32, Dante sabe qué quiere y qué no con respecto al trabajo. Comenzó a sus 18 vendiendo pasajes de micro, pasó por un café concert donde servía las mesas y actuaba, luego por varias empresas haciendo televentas y marketing que complementaba con reventa de ropa por su cuenta. Tras una crisis, se dio cuenta de que habiendo estudiado actuación, licenciatura en relaciones públicas, producción de radio y televisión y hecho cursos de maquillaje y peinado, lo que realmente añoraba era trabajar en televisión. Luego de unas inserciones ad honorem pasó por varios programas como productor y maquillador. Con ese background, sabe que no está dispuesto a agarrar cualquier cosa, como hizo cuando era más joven y por las que pasó por diferentes formas de contratación con mayores y menores niveles de formalidad. Si bien las historias laborales de los tres son diferentes, comparten su presente: ninguno tiene ocupación o define lo que hace como tal. Sus casos forman parte de la tasa de desempleo que, hacia el tercer trimestre de 2018, alcanzaba al 9,2% entre los varones del AMBA (INDEC, 2018). No obstante, como señalan los trabajos sobre desempleo, la percepción cualitativa de la desocupación es diferente de la referencia estadística (Bayón, 2003). Seguramente por sus situaciones familiares –no tienen menores que mantener, por ejemplo– no están dispuestos a agarrar cualquier trabajo, sino alguno adecuado en función de sus intereses: a Alejo que le permita compatibilizar sus estudios de música y ahorrar para mudarse solo, a Tato que le posibilite continuar con el profesorado y a Dante que sea algo que le guste y que le deje tiempo para militar, por eso no agarraría cualquier cosa. Así, este primer perfil se define en que, a pesar de estar desocupados, buscan selectivamente. 4.2. Temporarios: por el momento, están ahí A diferencia de los desocupados, los temporarios tienen, circunstancialmente, esa ocupación. La clave de este perfil es lo momentáneo de esas inserciones, carácter que puede deberse al tipo de trabajo que realizan, a las condiciones de contratación o a sus propias aspiraciones. Sea como fuere, saben que, por el momento, están ahí. Germán, un psicólogo de 31 años, está en su primer año de beca doctoral. Durante los últimos años de su carrera universitaria hizo una pasantía no rentada en la justicia. Concluidos sus estudios, trabajó en el ámbito educativo: dando clases a adultos que no habían terminado el secundario y luego, en Capital Federal4 a donde se mudó desde su Cuyo natal, como maestro integrador de estudiantes de primaria. Ya en 2017 comenzó con una beca quinquenal para realizar sus estudios de doctorado; beca que, en tanto estipendio, no realiza aportes al sistema previsional, pero por la que puede acceder a derechos sindicales, entre los cuales se encuentra aumentos en sus ingresos y asistencia de salud en el subsistema de obras sociales. Nahuel, de 24 años, siempre trabajó al lado de su tía y su tío. A sus 18 se mudó de Tucumán al sur del país para trabajar en sus locales de venta de ropa en un shopping. A los años, siguió al tío a Buenos Aires para convertirse en uno de sus asesores parlamentarios. En el verano de 2018, cuando lo conozco, se cumplen dos años de su mudanza a la capital del país. Sabe que en algún momento volverá a vivir a Ushuaia, su lugar en el mundo. Por el momento, es consciente de que su actual trabajo, con las características de un empleo formal, tiene fecha de vencimiento –el mandato de su tío, que no sabe si será renovado o no–. En función de eso eligió estudiar economía en una universidad privada, donde no tendría un ciclo inicial que ralentice su carrera ni tantos obstáculos administrativos. Un año menor que Nahuel, Enzo recuerda que su primer trabajo fue a los 17 en un todo por dos pesos en la zona noroeste del Conurbano Bonaerense, cerca de su hogar. Allí trabajó un mes como vendedor y acomodador de mercadería hasta que ahorró para comprar una entrada para un recital. Por el colegio técnico al que asistió, fue pasante por dos años en una fábrica de etiquetas. Terminado el colegio, fue empleado allí por un año y medio, hasta que se cansó. Trabajó un tiempo como fotógrafo y camarero en eventos. Actualmente, hace unos meses hace trabajo territorial para una ONG en un convenio con el Estado nacional. Monotributista, factura todos los meses como proveedor de servicios en una relación laboral encubierta. Le gusta el trabajo, aunque no tiene certezas sobre cuánto durará. Fue Igor, un bailarín y profesor de danzas de 26 años, que me pasó el teléfono de Enzo, un contacto de Grindr.5 Igor siente que su vida amorosa y profesional van en paralelo: cosechando fracasos, como él caracteriza. Durante cuatro años, mientras hacía la carrera de danza en una escuela a la que accedió por una beca, trabajaba en un call-centre. Cuando se le hizo incompatible por un tema de horarios, se lanzó al vacío y renunció. Allí comenzó, de a poco, a conseguir trabajo en distintas escuelas de danzas, como profesor de la carrera de bailarín, para público en general e incluso haciendo tareas administrativas. Por lo fluctuante de su trabajo –en especial en verano–; porque, como monotributista, recaen en él las cargas sociales y porque no gana lo suficiente, está pensando en volver a un trabajo más estable –de call-centre– que le permita tener ingresos fijos todo el año para complementar su profesión. En los últimos de nuestros encuentros tiene novedades sobre su trabajo, todas changas más o menos de lo suyo: fue convocado como bailarín para una obra de danza, fue llamado para oficiar de niñero en un casamiento –algo que solía hacer– e intentó dar clases en una escuela nueva –con resultados poco felices–. Este último intento de Igor se relaciona con el trabajo por cuenta propia, ámbito en el que Rodrigo viene explorando –eso sí, con éxitos– hace apenas algunos meses. A sus 38 años, Rodrigo tuvo varias inserciones: trabajó en un call-centre, luego en otro. De allí pasó a una imprenta, en la que llegó a ser encargado de cobranzas. Cuando la empresa se mudó lejos, acordó un retiro y estuvo a punto volver a su vieja pasión, el call-centre, como team leader, hasta que encontró otro, su último empleo. En esa empresa que ofrece, vía tercerización, el servicio de mantenimiento de edificios, llegó a coordinar la mesa de ayuda de grandes clientes, como bancos. Cuando salió a la luz que su jefe estaba estafando a la empresa y Rodrigo casi queda pegado, arregló una salida económica, posibilitada por su entonces contratación formal. Decidió focalizar en sus estudios en recursos humanos para terminar la carrera sin necesidad de trabajar ya que contaba con su indemnización y el trabajo de su marido, con quien vive en la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, no pudo con su genio y decidió, por su propia cuenta, probar hacer consultas de tarot en vivo en sus cuentas de redes sociales. Allí empezó una nueva vorágine, en la que está al momento de nuestros encuentros y no sabe si, ni cuánto, durará. Mientras, lo disfruta y eso lo tiene muy entusiasmado. Hasta aquí, los perfiles son temporarios por las mismas condiciones de las inserciones: los tiempos que estipula una beca o un mandato como diputado, lo que dure un contrato entre una fundación y el Estado, lo incierto de trabajar como profesor de danzas en calidad de proveedor de servicios y lo estrepitoso del repentino éxito de algo que empezó como un juego en redes sociales. A veces, lo temporario de los perfiles se corresponde con aspiraciones de las mismas personas. Mario, un estudiante de edición de 30 años, está empezando como editor de libros de español para estudiantes de primaria de Estados Unidos. Es un área de la edición que no conocía y que le permitió tener un ingreso fijo cuando, meses antes de nuestros encuentros, sus jefes en la empresa de revistas en la que trabajaba le recomendaron que comenzara a buscar otros empleos. Luego de seis años como empleado de call-centre en un banco apenas mudado a Capital Federal, Mario comenzó a trabajar por su cuenta para distintas revistas, complementando a veces con manejo de redes sociales. Recuerda con orgullo las revistas que armó prácticamente en su totalidad en su anterior trabajo. De su nuevo empleo no le preocupa si, pasado el período de prueba, consigue el contrato a tiempo indeterminado, con todos los beneficios que un empleo formal ofrece. Espera, sí, que sus exjefes definan bien cómo continuarán con las revistas, pata de la edición que le resulta más desafiante y creativa. A sus 23 años, Álvaro siente que su trayectoria académica es un desastre. Luego de abandonar la carrera de historia sin rendir ningún final, decidió buscar trabajo mientras resolvía qué estudiar. Así fue que, por un exchongo6 devenido amigo, consiguió trabajo como tester de videojuegos en la misma Ciudad de Buenos Aires donde siempre vivió. No le preocupa tanto ni que parte de su salario sea en negro ni que no tengan sindicato. Tampoco lo motiva hacer carrera dentro de la empresa, donde recientemente lo ascendieron –pero su salario se mantiene igual– y se vio en el compromiso de encargarse de un proyecto. Sabe que su paso por esta empresa es temporario, hasta que defina qué carrera universitaria estudiar. Por el trabajo de Álvaro, todos nuestros encuentros son los sábados, día que lo tiene libre. Con Leandro, ese día es el lunes. Este joven de 28 años, que adeuda algunas materias del secundario, trabaja como recepcionista y administrativo en la peluquería de un amigo y su exnovio. Por ese trabajo se mudó de su barrio natal a otro barrio porteño, Recoleta. En Mataderos, su lugar de origen, trabajó unos años en una heladería. Antes, se había ocupado por algunos meses en una inmobiliaria y en un local de ropa. Si bien su inserción laboral es estable, registrada y formal, planea abandonarla en abril de 2018, a dos meses de nuestros encuentros. Amparado en su juventud, sabe que está para otra cosa, aunque todavía no descubrió para qué. De todos modos, tiene contados los días en la peluquería. En estos últimos perfiles, lo temporario se refiere a las propias expectativas de estos varones. Más allá de cuán estabilizada esté su inserción laboral, sus aspiraciones y proyectos no se condicen con ella. Saben que, por el momento, están ahí: hasta resolver cómo volver a la parte creativa de la edición, hasta definir qué estudiar, o hasta abril, cuando renuncie para buscar nuevos horizontes. A diferencia de los anteriores, en los que lo temporario se refiere mayormente al tipo de inserción ocupacional o contratación, son las aspiraciones de estos últimos las que los colocan en una posición temporaria. Sin romantizar la flexibilización laboral, es necesario preguntar hasta qué punto expectativas y condiciones de trabajo se retroalimentan para producir estos perfiles temporarios, sin dar por sentado de antemano que el empleo registrado a tiempo indeterminado es a lo que aspiran todos los varones gays jóvenes y adultos jóvenes, en especial aquellos cuyos intereses se vinculan con actividades artísticas y creativas. 4.3. Estabilizados I: detenidos Por diferentes motivos, principalmente ligados a los dispositivos de la propia inserción laboral –en su mayoría registrada y formal– los perfiles ocupacionales logran estabilizarse. Pero que estén estabilizados no borra la estela del movimiento que los llevó a esta posición, ni los pequeños movimientos que están haciendo para desplazarse. El perfil de los estabilizados es mayoritario entre los varones entrevistados, por lo que los separo en dos momentos: quienes a primera vista están más detenidos en su actual posición –eje de este apartado– y quienes empiezan a calentar los motores para iniciar su marcha –eje del siguiente–. Volviendo a las fotos, podría pensarse que estos primeros miran hacia un costado, mientras que los siguientes lo hacen hacia adelante. Con Manuel, de 31 años, nos encontramos siempre que sale de su trabajo en un organismo del Estado, ubicado en el centro porteño. Sin presiones familiares para comenzar a trabajar antes, sus primeros pasos en el mercado laboral fueron como vendedor de ropa de un diseñador independiente y un tiempo como camarero a sus veintipico. Luego, por la carrera que estudió algunos años –psicología– consiguió trabajo como ayudante terapéutico. Su actividad le resultaba ingrata por la institución que lo empleaba y terminó renunciando. Finalmente, por militar en el área de jóvenes de una organización de la diversidad sexual, consiguió su actual trabajo adonde se desempeña en el área de capacitación. Lo hace, sin embargo, bajo esa modalidad híbrida que resulta la planta transitoria en el Estado, entre otras formas de precariedad laboral en el empleo público (Poblete, 2014). Pedro, de 36 años, también trabaja en ese organismo al que accedió por militar en el mismo espacio. Sin embargo, su trayectoria es diferente. Tras finalizar el secundario fue empleado en distintos comercios, principalmente kioscos. También trabajó un tiempo limpiando por la noche las oficinas de un diario. Sin recordar cuándo, pero con la certeza de que fue antes de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario (2010), ingresó a este organismo como cadete. Allí fue haciendo carrera y llegó a ser secretario del interventor. Si bien su carrera fue ascendente, hubo reacomodamientos por los cambios de gestión. Estabilizado donde está, planea en un futuro incierto pedir un traslado a la oficina de este organismo en La Plata, ciudad que ama. Otro trabajador en el Estado es Marino, de 31 años. Su trayectoria laboral es dinámica y rica en superposiciones: fue coordinador de viajes de egresados –aunque nunca llegó a viajar–, trabajó en un call-centre en inglés, fue encargado de un videoclub y trabajó en la escuela de música del padre. Luego, ya recibido de psicólogo, fue maestro integrador, hizo una concurrencia en un hospital, trabajó en un programa en el gobierno porteño. Finalmente, llegó al Ministerio de Salud de la Nación, adonde coordina un programa de salud sexual. Ese empleo lo complementa como docente en una facultad de psicología de una universidad pública y con la atención de pocos pacientes en su casa. En el último tiempo, se comprometió con algo por fuera del trabajo y las cuestiones de género: teatro. Como Marino, Juli también complementa su ocupación con algo que lo apasiona: tocar el violín. A sus 23 años recién cumplidos, Juli es supervisor de ventas en la concesionaria del padre. Por medio de su cuñada comenzó a trabajar a los 16 años en un local de comidas rápidas. Luego, devino vendedor de autos y planes de ahorro en una concesionaria de la zona norte del Conurbano Bonaerense, donde siempre ha vivido. Para su cumpleaños número 20 atravesaba un mal momento en su trabajo que coincidió con la vacante de supervisor que había en la concesionaria de su padre. Así llegó a su empleo actual, en el que tiene a cargo a vendedores y vendedoras de planes de compra de automóviles y por los que comisiona cuando se concreta una venta. Darío, un maestro de 30 años, complementa su trabajo con el estudio de clown. Tras terminar el secundario, viajó a Israel y, a su regreso a Argentina, trabajó dos meses como cadete en la empresa del tío. Luego se incorporó como maestro del área judaica de una escuela, fue ayudante del área oficial de otra y después se ocupó dos o tres años en un centro de día y hogar de adultos con discapacidad mental. Ya recibido, comenzó a trabajar en escuelas. Su pertenencia a un grupo de educación no formal en el judaísmo progresista se tradujo en oportunidades de trabajo en la docencia en colegios judíos porteños; siempre en el marco de relaciones laborales formales. Mateo, un licenciado en ciencia política de 33 años, forma parte de la planta de trabajadores del Congreso de la Nación Argentina. Durante su paso por la universidad, no trabajó. Habiendo terminado de cursar, ingresó a un call-centre de ventas, en el que estuvo siete meses, hasta que se cansó. Luego, gracias a los contactos cosechados durante su militancia, consiguió su actual trabajo en el Congreso. Cuando se dio cuenta de que de tener un título universitario se incrementaría su salario, se dispuso a rendir los finales que debía y recibirse. A los años, y antes del cambio de gobierno de 2015, su rosqueo dio resultado: consiguió pasar a planta permanente, con la certeza de que puede jubilarse del Congreso. En la época de nuestros encuentros, a sus tareas como asesor parlamentario y secretario de una diputada le suma los arreglos que está haciendo en el departamento, que su padre les compró a él y a sus hermanos para que vivieran mientras estudiaban en Buenos Aires, para poder venderlo. Al año siguiente, Mateo empezará a estudiar astrología, área en la que también se desempeña Ezequiel, aunque no de manera exclusiva. Cuando mantenemos nuestros encuentros, está atravesando una crisis, el retorno de Saturno: se está separando de su novio de seis años y se está replanteando qué hacer con el estudio –si terminar una licenciatura en economía política o comenzar una en estudios orientales–. Producto de la situación de su familia, Ezequiel recuerda que a los 12 años salía con uno de sus hermanos a vender huevos por los diferentes barrios en que vivió en el Conurbano Bonaerense. Terminado el secundario, dio clases en un bachillerato para adultos y luego, por su madre, consiguió un trabajo en el Ministerio de Educación, al que renunció cuando su sueldo no subía y la situación interna cambió. Luego comenzó a trabajar en una aseguradora. Cuando lo despiden de esta, dio clases particulares hasta que ganó el concurso para ingresar al área de extensión de una universidad del Conurbano Bonaerense, en un puesto permanente con todos los derechos que esto proporciona. Si bien está un poco aburrido, hacer lectura de cartas astrales y dar clases de astrología le otorga cierto dinamismo, sumado a las clases de acrobacia y saxofón que toma con regularidad. Por su apretada agenda, los encuentros con Ezequiel son los domingos. Por su cambiante agenda laboral, con Patricio cada semana arreglamos cuándo nos encontramos en un bar en el centro porteño cerca de su trabajo como cocinero en un hotel. La trayectoria laboral de este cocinero de 29 años se remonta a cuando, aun en el secundario, colaboraba en el almacén de los padres. Ya finalizada la escolaridad media, les propuso trabajar a cambio de un sueldo. Después, mientras abandonaba la carrera que tenía pensado hacer, comenzó a trabajar en un call-centre que le quedaba cerca. Al tiempo, decidió estudiar gastronomía y, por una profesora, tuvo su primer trabajo en eventos. Después comenzaron sus inserciones en la cocina de distintos hoteles –establecimientos que prefiere en contraste con los restaurantes–. Actualmente, trabaja por la mañana en un hotel de cadena en el que su contrato se renueva semana a semana. Si bien al principio temía que en algún momento eso no sucediera, lleva más de un año con este régimen en el que semana a semana cambian sus jornadas laborables y sus francos. A este trabajo lo complementa con un emprendimiento, por su cuenta, de mates adornados con bijouterie que vende por internet. Bajo este perfil, se encuentran quienes tienen algún tipo de inserción laboral relativamente estabilizada. Que sea estabilizada no se traduce en que sea totalmente estable: la mayoría de los que trabajan en el Estado saben que sus contratos pueden no renovarse, o quienes están en empresas, que pueden ser despedidos. El caso extremo es el de Patricio, con contratos semanales. De todos modos, por el momento no hay señales de que su trabajo cambie. Sus carreras laborales parecerían estar más detenidas que las que veremos a continuación. Pero esa sensación debe ser matizada con los movimientos que están haciendo: contemplando la posibilidad de cambios en sus mismos empleos, estudiando otras cosas, teniendo hobbies o incluso complementando sus ingresos con otras actividades. Aunque no tengan relación aparente con sus trabajos, esas otras actividades contribuyen a estabilizar sus inserciones ocupacionales presentes. Pareciera que, mientras que sus ocupaciones se mantengan relativamente estables, miran hacia el costado, buscando otras cosas para hacer. 4.4. Estabilizados II: encendiendo los motores Con inserciones también dinámicas, este segundo grupo de estabilizados comparte la sensación de estar más o menos en carrera. La diferencia radica en sus percepciones y expectativas: no están del todo conformes del lugar en el que se encuentran. En las fotos que describo, están mirando para adelante. Guillermo, de 31 años, está terminando una maestría en cine. Su primer trabajo, mientras estudiaba Derecho, fue en un call-centre atendiendo llamadas de Estados Unidos. Luego, ya inclinado hacia el cine, comenzó a trabajar freelance haciendo tareas de edición, montaje y postproducción. El cine lo llevó a involucrarse en una organización en la que militó y también dio cursos y talleres. Compatibilizando actividades por su cuenta con un trabajo en un ministerio, concursó para ingresar al área de audiovisuales de una universidad del Conurbano Bonaerense, una posición estable y formal cuyo ingreso económico le permitió mudarse solo a Capital. Si bien está muy contento con su trabajo, sabe que no es lo último que hará: además de sus propios proyectos de películas y documentales y su tesis de maestría, forma parte de un grupo de investigación. A sus 29 años, Lucas también está formando parte de proyectos de investigación. Este recién recibido comunicador social reconoce cierta incomodidad por ir a las reuniones del grupo sabiendo que hay un chongo con el que tuvieron una historia hace unos años. Dejando a un lado la infidencia, su historia laboral se remonta a una primera ocupación en una inmobiliaria en la que repartía volantes, luego atendió un videoclub, trabajó como data-entry, dio clases en un bachillerato popular, hizo cosas freelance y trabajó en un call-centre del que lo echaron. Finalmente, por contactos de la militancia supo de un trabajo como no docente en una universidad porteña y allí sigue. Hoy no puede creer que añorara tanto ese trabajo permanente. Ya recibido, está buscando complementar su trabajo con cosas que le gustan, como dar talleres y capacitaciones en materia de género. Luchi, un estudiante de economía de 25 años que vive en Ciudad de Buenos Aires, trabaja en una gran empresa de servicios financieros. A ella llegó luego de haberse empleado en la pequeña escribanía en la que trabaja su madre y su siguiente trabajo en otra consultora en la que ahorró lo suficiente para viajar a Nueva York. Regresó resuelto a adelantarse en la carrera y volvió a la escribanía, hasta que decidió buscar un buen trabajo que se relacionara con lo suyo. Contento con su trabajo, está convencido de que no es algo que hará todo el tiempo. Le gustaría empezar a trabajar de algo relacionado con la pasión que vino leudando en los últimos años: la cocina y, especialmente, la pastelería. De todos modos, como buen aprendiz de pastelería, sabe que eso será a su debido tiempo. Mauro, de 31 años, está desencantado con su trabajo como aeronavegante. Su primer ocupación fue en un call-centre y luego se fue un año a Miami a trabajar en un hotel. Ya regresado a la Argentina, a sus tempranos 20 consiguió su trabajo en la aerolínea. Por ese trabajo, decidió estudiar sociología en una universidad privada, que le permitiera compatibilizar más fácilmente su cambiante y flexible semana laboral con sus estudios. En el avión, Mauro llegó a ser comisario de abordo. En la universidad, además de terminar su carrera, comienza a ser auxiliar docente en una materia que lo apasiona. En paralelo, se hace cada vez más fuerte su compromiso militante dentro de un partido de izquierda. El tema del estudio es algo que le preocupa a Ricky, de 34 años. Este joven abandonó sus estudios secundarios en su país de origen a los 12 años y al poco tiempo empezó a trabajar como peluquero y peinador. Ya en Buenos Aires, luego de incursionar en una peluquería en la que ganaba poco, se hizo una agenda de clientas que al día de hoy mantiene. Clientas que, además, considera amigas. Ellas le aconsejan, por ejemplo, sobre qué estudiar y dónde. La relación con su marido impulsó a Ricky a terminar el secundario para adultos en Argentina. Convencido de que tiene que estudiar para hacer algo más que ser peluquero, no sabe por dónde ir. Su marido le aconsejó que estudiara contabilidad o finanzas, algo que no le terminó gustando. Una clienta-amiga le asesoró dónde estudiar diseño de modas, que finalmente abandonó porque no era lo que quería. Mientras continúa como peluquero a domicilio por cuenta propia, sigue pensando qué otra cosa hacer. Algo similar le sucede a Cristian, de 31 años. Casi recibido de diseñador industrial, adeuda un final que sabe que no dará porque se aburrió de esa carrera. Ahí empezó a estudiar psicología. Cuando llegó a una situación similar a la que había enfrentado en la otra carrera, decidió relajarse con psicología mientras arrancaba con el traductorado de inglés. Como casi diseñador industrial accedió a su actual trabajo, en un municipio de zona sur del Conurbano Bonaerense, por un error en el reclutamiento: donde decía diseño leyeron ingeniería. Por sus publicaciones en redes sociales ligadas a cuestiones políticas que criticaban al entonces oficialismo, le dieron el pase al área de recursos humanos en la que continúa. Su carrera laboral empezó en su adolescencia cuando, inquieto, quería tener su dinero para comprarse cigarrillos. Allí empezó a trabajar en el restaurante del padre, luego fue administrativo nocturno en un sanatorio privado y cuando el horario se le hizo insostenible, trabajó en una distribuidora de materias primas para locales gastronómicos. Inquieto, le aterra convertirse en planta en su actual trabajo, como le pasa a un compañero a quien ve sin vida. Sigue allí, poco entusiasta de un hipotético pase a plante permanente, mientras resuelve qué y cómo continuar. Estos segundos estabilizados están más o menos conformes con sus respectivos trabajos. Si bien disfrutan de lo que hacen, no les llena por completo y empiezan a hacer movimientos para hacer otra cosa, tal vez cambiar de trabajo o complementarlo con algo que les apasione más. A diferencia de los temporarios, no tienen resuelto que su trabajo actual tenga fecha de vencimiento. En contraste con el detenimiento de los primeros estabilizados, sus expectativas en torno al trabajo no los satisfacen por completo, pero tampoco están decididos a hacer otra cosa ni buscar otro trabajo. Mirando para adelante, así están, encendiendo los motores, poniéndose en marcha para seguir en carrera, dispuestos a hacer movimientos, aun sin saber cuáles son esos desplazamientos. 4.5. Saliendo de encuadre: recalculando las trayectorias Los perfiles ocupacionales descriptos hasta aquí están, como fotos en movimiento, dentro del cuadro. Los que vemos en este apartado están saltando y saliendo del encuadre. Tal vez cambien de marco, tal vez no. A diferencia de los anteriores, estos varones ya encendieron motores y están moviéndose para lograr el desplazamiento que añoran. Además de mirar hacia adelante, empezaron a hacer, algunos pequeños y otros mayores, movimientos para salir de su foto actual. Tal es el caso de Yoel. Este joven de 26 años comenzó a trabajar apenas terminado el secundario como repositor en un supermercado en la zona oeste del Conurbano Bonaerense. Era un trabajo temporal que cubría una licencia. Albert, su entonces novio, le dijo que la consultora multinacional en la que trabajaba estaba buscando gente. Yoel le dio un currículum y ahí comenzó su carrera en el área de seguridad e higiene dentro de esa empresa, pasando por diferentes posiciones. Ya cansado de estar en esa misma área, quiere cambiar de trabajo. Por los beneficios de emplearse en esa gran empresa, con un contrato formal, prefiere un traspaso de sector por lo que está atento a cada búsqueda interna que aparece; búsqueda que activaría con más fuerza al volver de sus vacaciones. Con Yoel siempre nos reunimos en un bar cerca de su trabajo en el centro porteño. Con Hernán, de 26 años, hacemos lo mismo. Sus primeras inserciones fueron informales –como asistente técnico en una obra de teatro, como camarero en una cafetería y recargando pistolas de paint-ball– en su natal zona norte bonaerense. Inserciones que abandonaba cuando juntaba el dinero suficiente para viajar por el norte del país. Luego trabajó durante dos años en Tecnópolis. Finalmente, por contactos de la militancia, accedió a un organismo del Estado. Su ingreso se dio durante los últimos tiempos del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Con el cambio de gestión, dejó de hacer trabajo territorial y uno de sus superiores lo llevó a la oficina. Ahí sigue. Pero el verdadero trabajo de Hernán no está ahí, sino en la militancia, como aquella que activa en su trabajo ante la amenaza del cierre de dependencias estatales que la nueva gestión lleva a cabo. Tanto dentro como fuera de la oficina, Hernán destina gran parte de su tiempo a eso que se está perfilando como su carrera, la política. La carrera que estudió Hernán –consultoría psicológica– no tiene mucha relación con su verdadera pasión. La de Jaime –ciencia política– sí, aunque no tanto. Hoy en día, cuando adeuda los últimos finales para recibirse, se da cuenta de que en realidad le interesaba el trabajo social más que la ciencia política. Eso quedó mucho más en evidencia cuando comenzó a militar en un bachillerato popular de un movimiento social. Por esa militancia, a la que luego se agregará otra ligada a cuestiones de género y masculinidad, le llegó una propuesta de trabajo en un estudio de abogados boutique, que se dedica a cuestiones internacionales. Así fue que viajó, como asistente, a audiencias que tuvieron lugar en París o en Washington. De todos modos, incluso cuando se trata de un empleo formal y estable, Jaime está cansado de ese trabajo y está comenzando a buscar otro. Con todo, sabe que su vocación va hacia la política. Benjamín tiene intenciones similares. La primera ocupación de este cineasta de 29 años fue en un call-centre, en el que no duró más de tres meses. Luego hizo una temporada de verano en una juguetería. Avanzado en su carrera, llegarían trabajos afines: como camarógrafo en un canal, en productoras, como editor freelance, como asistente de dirección de profesoras, entre otros. Incursionó un poco en el mundo del modelaje, que lo abandonó por resultarle frívolo. Hace poco más de tres años llegó su gran trabajo, a partir del cual ahorró una parte importante para comprarse su departamento en la zona norte del Conurbano Bonaerense; para la otra parte su familia le prestó dinero. En esta empresa multinacional de contenidos audiovisuales se desempeña actualmente como productor. Además de los derechos laborales que acarrea su contratación formal, posee beneficios propios del mundo de las empresas multinacionales. Pero todo ese mundo lo cansó un poco. Está tomando carrera para renunciar, le falta tomar el coraje para hacerlo. Quiere involucrarse más con lo político y lo social. También quiere diseñar proyectos de cortos y películas, de hecho hacia nuestros primeros encuentros está pensando en presentarse a una convocatoria. Hacia los últimos, está volviendo a indagar en el mundo del modelaje y la actuación. A Benjamín lo conocí en el cumpleaños número 30 de Marcos. Siguiendo el patrón de su hermano y su hermana mayores, este sociólogo porteño, que está cursando una maestría, comenzó a trabajar apenas terminó el secundario. Empezó en un call-centre de encuestas, al que renunció al verano siguiente cuando viajó con su novio y amigos al norte del país. Volvió a buscar trabajo, pero solo aparecían call-centre. Durante un tiempo atendió el negocio de ropa de bebés de su madre, asistió a su cuñado en la organización de eventos para empresas y trabajó haciendo encuestas de manera freelance para la madre de un amigo. Al tiempo consiguió trabajo administrativo en una empresa de medicina laboral. Hacia 2010, por la militancia en una organización de diversidad sexual, accedió a su actual trabajo en un organismo del Estado. Allí comenzó atendiendo denuncias telefónicas en el turno de la medianoche y llegó al área de capacitación. Hace unos meses comenzó a dar clases en un secundario. Pero Marcos, a diferencia de los otros, no solamente está tomando carrera para cambiar de trabajo, sino que ya inició la marcha. Hacia mitad de 2017, meses antes de nuestros encuentros, se postuló a una beca doctoral, que finalmente obtuvo. Por eso, renunció a sus otras ocupaciones. Este último perfil ocupacional nuclea a aquellos que están tomando carrera para hacer cambios en sus inserciones laborales, sea dentro de la misma organización en la que se encuentran, sea yéndose para otro lado. No es que necesariamente están a disgusto con lo que hacen, sino que quieren hacer otra cosa. Para eso, recalculan sus trayectorias y eso los hace salir del encuadre de estas fotos en movimiento y aparecer borrosos. Para desplazarse hacia dónde quieren ir y redireccionar sus carreras, están tomando el envión que consideran necesario. Al igual que los segundos estabilizados, quienes están fuera de encuadre miran para adelante. Pero su movimiento no se detiene en la mirada, sino que sus ojos son acompañados con otros, a veces más grandes, otras veces más pequeños, desplazamientos. Tal vez por tener mayor claridad de que no quieren seguir en el mismo presente, sus movimientos sean más decisivos. Mirando la foto, podemos ver que falta menos tiempo para que esta cambie. 5. Conclusiones: de perfiles ocupacionales y desafíos para los estudios sobre diversidad sexual y de género A lo largo de estas páginas propuse reconstruir los perfiles laborales de treinta varones gays a quienes contacté para una investigación sobre historias amorosas. El enfoque biográfico abrazado para el trabajo de campo permitió comprender sus inserciones laborales actuales contemplando tanto sus trayectorias como sus aspiraciones y planes a futuro, de allí que optara por referirme a perfiles ocupacionales. Así como las encuestas nos permiten ver una foto de un determinado grupo en un período en particular, el abordaje metodológico nos dejó capturar dichos perfiles como fotos en movimiento. El primero de ellos fue caracterizado a partir de la falta de inserción laboral presente. Los desocupados, aunque tuvieran trayectorias heterogéneas, compartían la preocupación por encontrar un empleo que se adecuara a sus necesidades puntuales de acuerdo a sus intereses. Por eso, no estaban dispuestos a agarrar cualquier cosa. Los temporarios, el segundo perfil, se saben momentáneamente en esa ocupación. En algunos casos, lo que los lleva a percibir a que por el momento están ahí se relaciona con lo dispuesto por su misma ocupación que se traduce en contratos por plazos determinados o por la misma naturaleza de su actividad. En otros casos, lo temporario se desprende de las propias aspiraciones de estos varones quienes saben que en algún momento abandonarán ese empleo. Este perfil nos permitió ver que la transitoriedad en determinados empleos no se explica siempre –y de manera mecánica– por la flexibilización laboral. Gran parte de los entrevistados cuentan con inserciones laborales más estabilizadas. En función de eso se estructuran el tercer y el cuarto perfil. Los primeros estabilizados se encuentran, por el momento, detenidos. El trabajo que hacen en el presente a veces traduce una trayectoria ascendente, otras no. Muchas veces, su aparente detenimiento en la carrera laboral se corresponde con el estar haciendo otras cosas en paralelo: sea algún tipo de actividad artística o deporte, sea otra fuente de ingresos. Si tuviéramos que describir su posición en la foto, diríamos que miran hacia el costado. Por su parte, el cuarto perfil está conformado por aquellos estabilizados que, con la mirada para adelante, están encendiendo los motores para comenzar su desplazamiento. Además de complementar sus trabajos con otro tipo de actividades no necesariamente laborales, sienten que hay algo de sus actuales empleos que no los termina de satisfacer por completo. Aunque precalentando para salir de su posición actual, todavía no tomaron el envión que define al último perfil. Quienes se encuentran en el último perfil están en movimiento. Eso hace que, por momentos, se salgan de encuadre. Más allá de que los movimientos que empiezan a hacer no implican indefectiblemente virajes de 180 grados, están dando los primeros pasos en una pista que los llevaría a modificar sus trayectorias. Su inquietud no siempre se debe a que están incómodos con sus trabajos, sino que quieren hacer algo distinto, a veces en la misma organización, a veces por fuera de ella. En la foto, al igual que los ojos, van moviendo otras partes del cuerpo. A partir de describir estas fotos en movimientos, similares a los retratos de las películas de Harry Potter, se completa la descripción de los perfiles ocupacionales de una treintena de varones gays. Al no tomar esas inserciones como meras disposiciones estáticas, pude observar tanto los cambios en las trayectorias laborales y las respectivas aspiraciones como otros puntos de interés: actividades artísticas, deportes, compromiso militante, por nombrar algunos. Si bien contacté a estos treinta varones gays para un estudio sobre sus historias de amor, vale recordar que hacen muchas más cosas que lidiar con las complicaciones propias de involucrarse sexual y afectivamente con otros varones. Es posible que los perfiles aquí reconstruidos trasciendan el caso de varones gays, algo que futuras indagaciones podrían contrastar. Por otro lado, es dable que estas trayectorias no representen a la totalidad de inserciones laborales de los varones gays, sino a una parte específica articulada en principios de clase, zona de residencia, edad, etc. Para contrastar ese último punto es necesario avanzar en la producción de conocimiento sobre las inserciones laborales de varones gays en particular, y de quienes forman parte de los colectivos de la diversidad sexual y de género en general. Ante esta gran vacancia de conocimiento en las ciencias sociales argentinas, tenemos la posibilidad de destinar un momento de nuestras reflexiones sobre otras cuestiones –como fue en este caso, sobre amor–, a indagar cómo se ganan la vida quienes forman parte de estos colectivos. Así podremos tener un entendimiento más apropiado de dichas vidas. Pues, como mostré en estas páginas, además de amar y tener sexo, los putos también trabajan. 6. Referencias bibliográficas
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  • Simonetto, Patricio (2017a). Entre la injuria y la revolución. El Frente de Liberación Homosexual. Argentina, 1967-1976. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes.
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  • Simonetto, Patricio (2018). Intimidades disidentes: intersecciones en las experiencias de homosexuales y lesbianas en Buenos Aires durante los sesenta y setenta. Trashumante, (11), 28-50.
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  • Sívori, Horacio (2008). "GLTTB y otros HSH". Ciencia y política de la identidad sexual en la prevención del sida. En M. Pecheny, C. Fígari y D. Jones (comps.), Todo sexo es político: estudios sobre sexualidades en Argentina (pp. 245-275). Buenos Aires: Libros del Zorzal.
  • Wright Mills, Charles (1981). La imaginación sociológica. México: Fondo de Cultura Económica.
  • Yuval-Davis, Nira (2006). Intersectionality and Feminist Politics. European Journal of Women's Studies, 13(3), 193-209.


    1. Esto contrasta con la mayor cantidad de trabajos sobre condiciones de vida de población trans (Berkins, 2007; Berkins y Fernández, 2005; Gonzales, Vásquez y Breve, 2019; Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2017; Prieto et al, 2019). Para otros aspectos sobre el trabajo en población trans, véase Cutuli (2015, 2022). Para un excelente estudio sobre biografías laborales de mujeres trans y cis de sectores populares, véase Rossi (2022).↩︎
    2. Por dicha vacancia, junto con un equipo de investigadores e investigadoras de diferentes universidades del país, en 2023, llevamos a cabo el Primer Relevamiento Nacional de Condiciones de Vida de la Diversidad Sexual y Genérica en la Argentina. Como explicamos en el sitio web del proyecto (http://censodiversidad.com.ar), partimos de la premisa de que las condiciones de vida se relacionan de manera directa, aunque no exclusiva, con las inserciones ocupacionales. Entre las líneas de acción del proyecto, realizamos una encuesta, que difundimos como Censo Diversidad, y entrevistas a personas de diferentes ámbitos (activista, de la función pública, empresarial, sindical y cooperativo) sobre las problemáticas que la población de la diversidad sexo-genérica enfrenta en torno al trabajo. Al momento de la revisión de este artículo (julio de 2024) aún nos encontramos analizando dicha información, aunque los primeros resultados fueron reflejados en el informe correspondiente (Manzelli et al., 2024). ↩︎
    3. Utilizo el tiempo verbal presente para caracterizar el momento en que se llevaron a cabo las entrevistas. En cursivas destaco las palabras textuales de los entrevistados.↩︎
    4. Si bien el nombre oficial es Ciudad Autónoma de Buenos Aires, para evitar repeticiones, utilizo su anterior denominación, que continúa presente en el habla cotidiana.↩︎
    5. Aplicación de citas para varones gays.↩︎
    6. En este contexto, chongo define al varón con quien se mantiene un tipo de vinculación erótica sin formalizar ni tanto involucramiento emocional. Para la historización de dicha categoría, véase Sívori (2004).↩︎
    7. Anexo: características de los entrevistados
      Perfil Entrevistado Año nac. (edad)* Se percibe… Ocupación Cob. salud Vive Nivel educativo Reside
      Desocupados 1. Alejo 1995 (23) Queer Desocupado Pública Con su madre en dpto. de tres ambientes que alquilan Univ. incompleto CABA
      2. Tato 1994 (24) Puto Desocupado Pública Con familia en casa de cuatro ambientes, propiedad familiar Terciario en curso GBA (O)
      3. Dante 1985 (32) Puto Desocupado - (Changas) Pública Solo en casa propia de tres ambientes Posgrado en curso GBA (S)
      Precarizados 4. Aldo 1989 (28) Gay Repositor en supermercado (part time) Pública Con familia en casa de cinco ambientes, propiedad familiar Secundario completo GBA (O)
      5. Félix 1990 (27) Gay Telemarketer Obra social Con familia en casa de cuatro ambientes, propiedad familiar Univ. en curso GBA (S)
      6. Lautaro 1995 (22) Gay Mozo eventual Pública Con familia en casa de tres ambientes, propiedad familiar Terciario en curso GBA (NO)
      7. Igor 1991 (26) Gay Profesor de danza en escuelas de danza Obra social (monotr) Con su madre en casa de tres ambientes que alquilan Terciario completo GBA (NO)
      8. Rodrigo 1980 (38) Gay Tarotista Prepaga Con marido en dpto. de tres ambientes que alquilan Univ. en curso CABA
      9. Mario 1987 (30) Gay Editor de textos escolares para EUA Prepaga de marido Con marido en dpto. de tres ambientes que alquilan Univ. en curso CABA
      10. Álvaro 1994 (23) Gay Tester de juegos Prepaga (por trabajo) Con la hermana en dpto. de dos ambientes, propiedad familiar Univ. incompleto CABA
      11. Leandro 1989 (28) Gay Recepcionista en peluquería Obra social Con un amigo en dpto. de dos ambientes que alquilan Secundario incompleto CABA
      Estabilizados I: detenidos 12. Manuel 1985 (31) Puto Empleado organismo del Estado Obra social de la madre Con su novio en dpto. de dos ambientes que alquilan Secundario CABA
      13. Pedro 1981 (36) Puto Secretario privado en organismo del Estado Obra social Con tres amigos en dpto. de seis ambientes que alquilan Terciario en curso CABA
      14. Marino 1986 (31) Gay Coordinador área en ministerio nacional Prepaga, por padres Solo en dpto. propio de dos ambientes Posgrado en curso CABA
      15. Juli 1995 (22/23) Gay Supervisor de ventas en concesionaria de autos Prepaga Con su padre en casa de tres ambientes, propiedad familiar Secundario completo GBA (N)
      16. Darío 1987 (30) Puto Profesor de educación primaria en colegio privado Prepaga (deriva aportes) Con su novio en casa de tres ambientes que alquilan Posgrado completo CABA
      17. Mateo 1984 (33) Puto Empleado en parlamento Obra social Solo en dpto. de cuatro ambientes, propiedad familiar Posgrado en curso GBA (NO)
      18. Ezequiel 1989 (28) Gay No docente universitario Prepaga (deriva aportes) Solo en dpto. de dos ambientes que alquila Univ. en curso GBA (O)
      19. Patricio 1988 (29) Gay Cocinero en hotel de cadena internacional Prepaga Con familia en casa de cinco ambientes, propiedad familiar Terciario completo GBA (NO)
      Estabilizados II: encendiendo los motores 20. Guillermo 1986 (31) Homosexual Coord. Posproducción Audiovisual en Universidad Nacional Prepaga (deriva aportes) Solo en dpto. de un ambiente que alquila Posgrado en curso CABA
      21. Lucas 1988 (29) Gay No docente universitario Obra social Con su novio en dpto. de tres ambientes que alquilan Univ. completo CABA
      22. Luchi 1991 (25) Gay Analista financiero en consultora multinacional Obra social Solo en dpto. de un ambiente que alquila Univ. en curso CABA
      23. Mauro 1986 (31) Me gustan los hombres Comisario de abordo Prepaga (deriva aportes) Solo en dpto. propio de un ambiente Universitario completo CABA
      24. Ricky 1984 (34) Gay Peluquero a domicilio Prepaga Con marido en un piso de seis ambientes, propiedad del marido Secundario completo CABA
      25. Cristian 1987 (31) Homosexual Empleado municipal Prepaga Solo en dpto. propio estilo loft Univ. en curso GBA (S)
      Salidos de encuadre 26. Yoel 1991 (26) Gay Administrativo en seguridad en multinacional de servicios para empresas Obra social Con familia en casa de cuatro ambientes, propiedad familiar Secundario completo GBA (O)
      27. Hernán 1992 (25/26) Puto Administrativo organismo nacional de salud Prepaga (padres) Con familia en casa de cinco ambientes, propiedad familiar Terciario completo GBA (N)
      28. Jaime 1991 (25) Puto Administrativo en Estudio Jurídico Obra social Con hermana en dpto. de tres ambientes que alquilan Univ. en curso CABA
      29. Benjamín 1988 (29) Puto Productor en multinacional de TV Prepaga (deriva aportes) Solo en dpto. propio de un ambiente Terciario completo GBA (N)
      30. Marcos 1988 (29) Puto Empleado organismo del Estado Obra social Con su novio en dpto. de dos ambientes que alquila a su padre Posgrado en curso CABA

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