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- Las vivencias personales de las mujeres durante el proceso de deportación.
- La interacción y relación de estas mujeres con los agentes encargados de las políticas migratorias.
- El impacto del género en la construcción social del “sujeto de la ilegalidad” y en las experiencias de deportación.
Cuando nos dijo que estábamos deportadas, entré en pánico, me puse muy nerviosa, y me decía que por qué nos deportaba, si no habíamos hecho nada malo (A., 26).
Me trataron como un objeto sin valor. Mi palabra no servía […] La señora me decía, que si yo fuera hija de ella, le daría mucha vergüenza tener una hija como yo, y decía: “¡Lo peor de todo es que si a esta o alguna otra les llega a pasar algo estando en Colombia, los gastos los tiene que cubrir el país! Después Colombia tiene que repatriar cuerpos y pagan todo eso con nuestros impuestos” (A., 26).
Y otra vez la frase de que por qué no nos casamos, tenemos hijos, y nos dejábamos de hacer estas cosas, que ellos no entendían, que éramos lindas y estamos a tiempo de conseguirnos un hombre y portarnos como buenas mujeres (L.).