SOCIEDAD Y
DESIGUALDADES
AÑO I | NÚMERO 1
NOVIEMBRE 2024
ABRIL 2025
XXXX-XXXX
INSTITUTO DE ESTUDIOS SOCIALES EN CONTEXTOS DE DESIGUALDADES (IESCODE)
Personas mayores y cambio climático Antecedentes y reflexiones para la construcción de un objeto de estudio Mariana Cataldi
Instituto de Estudios Sociales en Contextos de Desigualdades de la Universidad Nacional de José C. Paz (IESCODE-UNPAZ), Argentina
mariana.cataldi@docentes.unpaz.edu.ar / ORCID: 0000-0003-1553-8535

María Paula Lehner
Instituto de Estudios Sociales en Contextos de Desigualdades de la Universidad Nacional de José C. Paz (IESCODE-UNPAZ), Argentina
maria.lehner@docentes.unpaz.edu.ar / ORCID: 0000-0001-9402-3438

Recibido: 30 de marzo de 2024. Aceptado: 2 de agosto de 2024. Resumen Este artículo presenta algunas reflexiones realizadas en el marco de un proyecto de investigación en curso que se propone explorar la relación entre el cuidado de la salud de las personas mayores y el cambio climático en el Municipio de José C. Paz, provincia de Buenos Aires. Asimismo, el proyecto busca analizar la conciencia ambiental de los diferentes claustros de la comunidad universitaria de la Universidad Nacional de José C. Paz y prevé la realización de acciones que tiendan a mitigar la crisis ambiental que afecta mayormente a las vejeces. Existe evidencia de que la crisis climática repercute de manera particular en las personas mayores, ya sea por problemas de salud preexistentes o por su condición socioeconómica y condiciones de vida. Se torna necesario pensar en la población mayor desde una perspectiva que los considere sujetos de derechos y ecólogos sociales, recuperando sus saberes en prácticas conservacionistas del medio ambiente. Bajo la premisa teórica de la ecología social, se piensa la intervención social con personas mayores como promotoras ambientales comunitarias con capacidad para influir en las familias, la comunidad y otras instituciones en las que participan. Las experiencias pasadas de las personas mayores resultan de vital importancia para afrontar nuevas amenazas o desastres naturales y pueden ser clave para entender la vulnerabilidad climática de sus comunidades. Se parte de una concepción amplia del cuidado como sostenimiento de la vida, que problematiza e intenta crear conciencia sobre los riesgos y activos del cambio climático para la salud de las personas mayores. Palabras clave: personas mayores | cambio climático | cuidado de la salud | conciencia ambiental
Older people and climate change Background and reflections for the construction of an object of study Abstract This article presents some reflections carried out within the framework of an ongoing research project that aims to explore the relationship between the health care of older people and climate change in the Municipality of José C. Paz, Province of Buenos Aires. At the same time, the project seeks to analyze the environmental awareness of the different cloisters of the university community of the National University of José C. Paz (UNPAZ) and foresees the implementation of actions that tend to mitigate the environmental crisis that mainly affects the elderly. There is evidence that the climate crisis particularly affects older people, either due to health problems or due to their socioeconomic condition and living conditions. It becomes necessary to think about the elderly population from new approaches, as subjects of rights and social ecologists, recovering their knowledge in environmental conservation practices. Under the theoretical premise of social ecology, social intervention is thought with older people as community environmental promoters with the capacity to influence families, the community and other institutions in which they participate. The past experiences of older people are of vital importance in facing new threats or natural disasters and can be key to understanding the climate vulnerability of their communities. It is based on a broad conception of care as sustaining life, which problematizes and attempts to raise awareness about the risks and assets of climate change for the health of older people. Keywords: older people | climate change | health care | environmental awareness
1. Introducción Durante las últimas décadas ha quedado en evidencia que la crisis climática repercute de manera particular según los problemas de salud preexistentes, las condiciones socioeconómicas y de vida de las personas. En el caso de las personas mayores existen estudios que consideran a este grupo poblacional como vulnerable y al mismo tiempo como portador de recursos y capacidades frente a esta problemática. A pesar de lo heterogénea que puede ser la vejez, el viejismo, así como diferentes estereotipos negativos, constituyen una barrera para la participación de las personas mayores en el cuidado del medio ambiente, marginándolos de las políticas, acciones y programas públicos. Las Naciones Unidas consideran que es necesario tomar medidas que permitan valorar los conocimientos, ideas y acciones en relación con el medio ambiente por parte de este grupo etario. Los desafíos que plantea el cambio climático tornan necesaria la organización comunitaria que incluya a las personas mayores y les permita asumir un rol protagónico para contrarrestar los efectos de la crisis (Naciones Unidas, 2021). En tal sentido, es fundamental pensar a la población mayor desde una perspectiva que los considere sujetos de derechos y ecólogos sociales, recuperando sus saberes en prácticas conservacionistas del medio ambiente. Este artículo forma parte de un proyecto de investigación1 en curso titulado “Personas mayores y cambio climático: cuidados, percepciones y acciones participativas para promover la conciencia ambiental en José C. Paz”, radicado en el Instituto de Estudios Sociales en Contextos de Desigualdades (IESCODE) de la Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ). El objetivo general del proyecto consiste en analizar los riesgos y los activos ambientales relacionados con el cuidado de la salud en la vejez e identificar las percepciones de la comunidad universitaria de la UNPAZ frente al cambio climático a fin de delinear acciones para generar conciencia ambiental y mejorar la calidad de vida de las personas mayores de José C. Paz. Más precisamente, se propone recuperar mediante un mapeo colectivo los diferentes riesgos (amenazas y exposiciones) y activos (estrategias y capacidades de afrontamiento) ambientales relacionados a las personas mayores en el Municipio de José C. Paz. Al mismo tiempo, busca analizar mediante una encuesta las percepciones sobre el cambio climático de la comunidad universitaria de la UNPAZ. Finalmente, plantea implementar una serie de acciones de concientización ambiental que apunten al mejoramiento de la calidad de vida de las personas mayores en el territorio. El diseño metodológico, por tanto, consta de tres estrategias diferentes: un mapeo, una encuesta y la realización de acciones de promoción de la conciencia ambiental y el cuidado de la salud de las personas mayores. En particular, en este artículo nos interesa sistematizar algunos antecedentes sobre el proceso de envejecimiento de las poblaciones en relación con el cambio climático y el cuidado de la salud de las personas mayores, a fin de delinear un objeto de estudio que los articule. A continuación se presentan los resultados de la búsqueda de antecedentes y de la revisión bibliográfica para la construcción del objeto de estudio del proyecto de investigación, que se encuentra en una etapa inicial. El artículo se organiza en cuatro apartados. En el primero se describe mediante fuentes secundarias el proceso de envejecimiento demográfico y aspectos de las condiciones de vida de las personas mayores en Argentina. En el segundo, se conceptualiza el cambio climático como un proceso contemporáneo junto a sus implicancias, y en el tercero se comentan las disposiciones de los organismos internacionales al respecto. En el cuarto intentamos responder cómo afecta el cambio climático al cuidado de la salud de las personas mayores. 2. El envejecimiento demográfico y las personas mayores El Censo Nacional de Población y Viviendas del año 2022 reveló que en Argentina el grupo de personas de 65 años y más representa el 11,9% de la población total (Instituto Nacional de Estadística y Censos [INDEC], 2023). Las proyecciones indican que en 2050 el grupo de personas de 60 años y más llegará al 22%, unos 12,5 millones de personas (Oliveri, 2020). Este cambio en la estructura por edad de la población es un hecho inédito en la historia de la humanidad y por lo tanto tiene implicaciones cualitativas y presenta nuevos desafíos. La población mayor de 65 años es cada vez más numerosa y ello requiere de servicios y políticas que respondan a necesidades específicas. A diferencia del envejecimiento demográfico, entendemos el envejecimiento de las personas como el “proceso gradual que se desarrolla durante el curso de vida y que conlleva cambios biológicos, fisiológicos, psicosociales y funcionales de variadas consecuencias, las cuales se asocian con interacciones dinámicas y permanentes entre el sujeto y su medio” (Naciones Unidas, 2015). Teniendo en cuenta la multiplicidad de maneras de envejecer determinadas por el género, la etnia, la clase social, el ambiente, se ha incorporado la categoría de vejeces, que da cuenta de la heterogeneidad de los procesos en esa etapa de la vida (Huenchuan y Rodríguez-Piñero Royo, 2010). Si bien la vejez comúnmente se asocia a la enfermedad, la fragilidad y el deterioro, varios estudios revelan que las edades avanzadas no implican inexorablemente estados de dependencia y decrepitud. Por el contrario, incluso la denominada tercera edad reviste el carácter de diversa y con potencial de autonomía e independencia, aunque en las personas de 80 años y más se puede producir un proceso de fragilización (López y Findling, 2009; Oddone y Pochintesta, 2019). Las condiciones de vida de las personas mayores pueden ser analizadas a partir de distintas dimensiones, como los ingresos, la vivienda, la salud, el bienestar subjetivo, la inseguridad, entre otras. Según el Informe de 2022 del Observatorio de Desarrollo Sostenible de América Latina (ODSA), en Argentina, 4 de cada 10 hogares con personas mayores tienen ingresos insuficientes, y 1 de cada 4 presenta déficits en el acceso a servicios en la vivienda (Amadasi, Rodríguez Espínola y Garófalo, 2022). En cuanto a la salud, en los estratos más bajos es menor la frecuencia de consultas que en los altos, identificándose desigualdades en el acceso a los servicios (Amadasi, Rodríguez Espínola y Garófalo, 2022). Estos autores observaron que las personas mayores que viven solas tienen más problemas de salud que las que conviven con otras. Si pensamos en la situación de las personas mayores en nuestro país, durante los primeros meses del año 2024, la inflación elevada y el retraso en los aumentos de los montos de jubilaciones y pensiones provocaron un empeoramiento de sus condiciones de vida, agudizando los problemas en el acceso a alimentos, medicamentos y a la cobertura de otras necesidades cotidianas. Según las mediciones de la Defensoría de la Tercera Edad (2024), que calcula el valor de la Canasta Básica de Jubilados, al mes de marzo de 2024 el monto del haber mínimo no alcanzaba a cubrir el 30% del valor de dicha canasta, que contempla gastos en concepto de alimentos, vivienda, transporte, medicamentos, limpieza, recreación y farmacia.2 Ante el envejecimiento de la población, nos interesa conocer cómo el cambio climático agudiza las ya precarias condiciones de vida de las personas mayores; aspecto que analizaremos en los próximos apartados. 3. El cambio climático, un concepto global El concepto de cambio climático surge al corroborar una serie de modificaciones de largo plazo en las temperaturas y otros patrones del clima. El Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) demostró que el fenómeno es una consecuencia de la actividad humana, que sus riesgos se estiman crecientes y sus efectos son los eventos meteorológicos extremos (IPCC, 2023). “La combustión del petróleo, gas natural y carbón intensifica el efecto invernadero y es la principal responsable de los cambios observados en el clima por lo menos desde la segunda mitad del siglo XX” (Camilloni, 2018: 5). Las variaciones en el clima que se registran a raíz de este fenómeno provocan aumento o disminución de precipitaciones, sequías, eventos climáticos extremos como olas de calor o de frío, sudestadas, huracanes, y propician la expansión de incendios. Estos fenómenos tienen consecuencias sobre la población, que en ocasiones se ven obligadas a migrar de manera forzada, sufren pérdidas materiales y experimentan situaciones traumáticas. En cuanto al impacto emocional, pueden generar sentimientos de angustia y temor, así como la propagación de enfermedades de distinto tipo. El cambio climático se define como un fenómeno global, aunque las poblaciones lo enfrentan de manera dispar según la situación de vulnerabilidad en que se encuentren debido a factores como la pobreza, el género, la edad, la condición de minoría, el lugar de residencia o la discapacidad. Para Camilloni (2018: 5): “El cambio climático es uno de los problemas ambientales globales más complejos y que mayores desafíos presenta a la sociedad, a la comunidad científica y técnica y a las autoridades políticas”. El concepto de Antropoceno describe el período marcado por el impacto de la actividad de las personas sobre el planeta Tierra. Las diferentes narrativas sobre el Antropoceno lo presentan como un concepto-diagnóstico que pone en evidencia los límites de la naturaleza ante el sistema de desarrollo económico dominante, al tiempo que denuncia el calentamiento global y la pérdida de biodiversidad a nivel planetario (Svampa, 2019). Frente a la crisis ambiental, se plantea la necesidad de crear conciencia y moldear estilos de vida sustentables. Así, la conciencia ambiental supone el entendimiento que se tiene del impacto de los seres humanos en el entorno; es decir, cómo influyen las acciones de cada día en el medio ambiente y cómo esto afecta el futuro de nuestro espacio (Moreno et al, 2019). En Argentina se reconocieron los efectos adversos del cambio climático sobre la diversidad biológica, los recursos naturales, la salud humana y su impacto diferencial en la población mayor y otros grupos vulnerables, a la vez que se diseñaron directrices orientadas a aminorar sus consecuencias (Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, 2020). Según los reportes del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) (2023), tras siglo y medio de mediciones, el año 2023 fue considerado como el más caluroso registrado en el país desde 1961. Durante el verano 2022-2023 se observaron diez olas de calor. No obstante, a partir de la llegada al Poder Ejecutivo del Javier Milei en diciembre de 2023, se eliminó el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible cuyas funciones fueron transferidas al Ministerio del Interior.3 Esta desjerarquización puso en evidencia la subvaloración del tema en la agenda política. La actual gestión de gobierno interrumpió las acciones iniciadas para mitigar las consecuencias de la crisis medioambiental, observándose un viraje hacia un paradigma negacionista de su existencia. De este modo, a pesar de los numerosos estudios y mediciones que lo convalidan (Camilloni, 2018; IPCC, 2014), el cambio climático es negado y se rechaza su existencia (Abellán López, 2021). 4. Antecedentes sobre el cambio climático y las personas mayores en la agenda internacional La literatura sobre el tema sostiene que el calentamiento global, los cambios en el régimen de las precipitaciones, los incendios forestales y las condiciones climáticas extremas son hechos innegables que se han visto acrecentados en los últimos años y que tienen consecuencias desiguales en las poblaciones. Los países industrializados son los que más contribuyen a la emisión de gases de efecto invernadero; sin embargo, las consecuencias del cambio climático afectan de manera desigual al resto de los países (Naciones Unidas, 2021). Los daños son más críticos en los países más pobres y en los grupos más vulnerables. Las personas de mayor edad, primordialmente las que carecen de recursos o se encuentran en situación de dependencia, pueden resultar afectadas en su calidad de vida y en su salud. Empero, suelen ser las personas jóvenes quienes tienen mayor conciencia ambiental por su mayor acceso a las tecnologías de la información y la comunicación, que les aportan conocimientos sobre las consecuencias del cambio climático y que posibilitan la acción colectiva digital de concientización acerca de su impacto (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia [UNICEF], 2022). Así, de manera temprana, han incorporado pautas y estrategias de cuidado del planeta que implementan en sus vidas cotidianas. La aparición en la agenda científica de los temas sobre medio ambiente presenta algunos antecedentes a nivel mundial. En los años sesenta y setenta producciones como Primavera silenciosa, de Rachel Carson en 1962, La explosión demográfica, de Paul Ehrlich en 1968, y Los límites del crecimiento, del Club de Roma en 1972, contribuyeron a la divulgación de la preocupación por los efectos de la acción humana sobre el entorno. En cuanto a la construcción del cambio climático como problema público, hallamos varias referencias de organismos internacionales. Por un lado, la Conferencia sobre el Medio Ambiente Humano en Estocolmo de 1972, que fue la primera en tratar el tema ambiental de manera amplia y global. Por otro, la Cumbre de la Tierra, organizada por las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD), llevada a cabo en Río de Janeiro en 1992. Esta reunión marca un punto de inflexión en las posturas sobre el medio ambiente y su relación con el desarrollo a nivel internacional al formalizar el concepto de desarrollo sostenible.4 Argentina es el primer país de América Latina en contar con una Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente Humano ya en 1973. Los desafíos que plantea el fenómeno del envejecimiento junto al cambio climático han generado en la región latinoamericana profundos debates, documentos y marcos legales con la finalidad de afrontar este nuevo escenario inédito en la historia de la humanidad. La Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, aprobada en 2015, desarrolló un marco orientador de las practicas concretas a fin de garantizar una mejor calidad de vida en la vejez. En su artículo 25 sostiene que La persona mayor tiene derecho a vivir en un medio ambiente sano y a contar con servicios públicos básicos, a tal fin los Estados Parte adoptarán las medidas pertinentes para salvaguardar y promover el ejercicio de este derecho, entre ellas: a) Fomentar el desarrollo pleno de la persona mayor en armonía con la naturaleza. b) Garantizar el acceso de la persona mayor en condiciones de igualdad a servicios públicos básicos de agua potable y saneamiento, entre otros (Naciones Unidas, 2015). La Constitución Nacional Argentina (1994) especifica el derecho a un medio ambiente sano y equilibrado, en el que las actividades productivas cubran las necesidades de la población sin comprometer a las generaciones futuras. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible también plantean metas dentro de la Agenda 2030 respecto de las personas mayores en lo relativo al acceso a viviendas y servicios básicos adecuados, seguros, accesibles y sostenibles. Se menciona la necesidad de tener acceso a zonas verdes y espacios públicos seguros para este grupo de edad, así como a ciudades y asentamientos humanos inclusivos, resilientes y sostenibles. Finalmente, en términos más amplios se propone garantizar una vida sana y promover el bienestar, lograr la igualdad de género y empoderar a las mujeres de todas las edades (Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, junio de 2021). En el año 2021, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) presentó un estudio donde se señalan los efectos adversos del cambio climático sobre la salud y el bienestar de las personas mayores y la importancia de la organización comunitaria inclusiva que les permita asumir un papel protagónico en el desarrollo de estrategias para contrarrestar los efectos del cambio climático (Naciones Unidas, 2021). Más recientemente, en diciembre de 2023 se realizó en Dubai la Cumbre del Clima –COP28–, organizada por las Naciones Unidas cuya conclusión principal fue la necesidad de abandonar para 2050 los combustibles fósiles a fin de evitar el agravamiento del calentamiento global (Noticias ONU, 2023). 5. ¿Cómo afecta el cambio climático la salud de las personas mayores? El calentamiento global provoca olas de calor, sequías e inundaciones. Frente a estos fenómenos las personas mayores frágiles presentan mayor vulnerabilidad que las jóvenes, empeoran sus condiciones de salud y aumentan los riesgos de mortalidad. Los efectos en la salud de las personas mayores se relacionan no solo con el calor, sino también con la contaminación del aire, la disponibilidad de agua y de alimentos. Estos fenómenos climáticos tienen múltiples efectos secundarios en la salud, pero también en la economía, en la esfera social y emocional (Clayton, 2019; HelpAge, 2015; Heredia, 2022; Sánchez González y Chávez Alvarado, 2019). Por ejemplo, las personas que viven en condiciones de pobreza son las que sufren excesivamente los efectos del cambio climático al no poder acceder a sistemas de climatización para mitigar el calor en momentos de temperaturas elevadas (Clayton, 2019). Desde la psicología, se ha considerado que no se trata de un problema meramente ambiental, sino humano, que es complejo y emocionalmente difícil de comprender (Clayton, 2019). Recomiendan explorar acerca de las formas en que pensamos el tema y las creencias sobre su existencia, sus causas y consecuencias (Clayton, 2019). En Europa las temperaturas récord registradas durante el verano del año 2022 provocaron un aumento de la mortalidad de las personas mayores, en particular de mujeres (Ballester et al, 2023). Además, se relaciona la mayor mortalidad de la población con la escasez de espacios verdes ya que estos tienen efectos beneficiosos para la salud (Instituto de Salud Global de Barcelona, 2021). Las condiciones de desigualdad provocan el incremento de la exposición a riesgos ambientales. Como señalan varios autores, en los barrios vulnerables la población mayor puede verse más afectada, por ejemplo, por las olas de calor, dado que no cuentan con condiciones habitacionales para enfrentarlas: materiales de construcción de las viviendas que potencian el calor, falta de acceso al agua corriente y dificultades económicas para contar con artefactos de refrigeración, como mencionamos con anterioridad. En este sentido, la revisión histórica indica que, en grandes catástrofes producidas como consecuencia del cambio climático, unas de las principales víctimas son las personas mayores en situación de pobreza (Rubio Aguilar, diciembre de 2019; Sánchez González y Chávez Alvarado, 2019). El Estado, el mercado y las organizaciones de la sociedad civil son los actores que intervienen en la relación entre el cambio climático y la calidad de vida de las personas mayores. Con el fin de mitigar los efectos del cambio climático, resulta fundamental que el Estado asuma un rol fundamental, priorizando el mejoramiento de las condiciones de vida de la población en situación de desventaja. Por lo expuesto hasta aquí, nos interesa hacer referencia a algunos acontecimientos recientes en la región que dan cuenta de la exposición de las personas mayores a los desastres ambientales. En el año 2013 la ciudad de La Plata sufrió una gran inundación derivada de lluvias intensas que provocaron el desborde del Río de la Plata y se vio agravada por la falta de obras públicas adecuadas. Entre las víctimas fatales se hallaban personas mayores que por su condición no pudieron abandonar sus viviendas o que resistieron a ser evacuadas. Alrededor del 70% de las personas fallecidas superaban los 65 años de edad (Dutton, 2013). Para Dutton (2013), quien realizó un estudio sobre las situaciones de emergencia de los grupos de mayor edad a partir de la tragedia de La Plata, son más vulnerables aquellas personas que viven solas, tienen una movilidad reducida y no están preparadas para enfrentar situaciones de crisis. Señala la necesidad de reconocimiento de los gobiernos acerca de los riesgos a que se halla expuesta la población y el fortalecimiento de los recursos para reducirlos. En cuanto a los incendios, también se observan particularidades respecto de sus implicancias en la población mayor. Cabe mencionar los incendios registrados en Chile en la región de Valparaíso, producidos en 2014 y nuevamente a principios de 2024, a pesar de los riesgos que se identificaron y que podrían haber aminorado los efectos negativos con la oportuna acción preventiva desde el Estado (Rubio Aguilar, 2019). La sequía prolongada propicia la combustión de la vegetación y la rápida expansión del fuego, favorecida por los vientos y las elevadas temperaturas. Varias personas mayores damnificadas en el primer siniestro expresaron con posterioridad que en su contexto persistían los factores de riesgo que las hacen sentir vulnerables frente a posibles situaciones similares. Estas percepciones conviven con atributos positivos, como el arraigo al lugar y la valoración de la historia en lo referente a los lazos de solidaridad vecinal (Rubio Aguilar, diciembre de 2019). También observaron un pasaje desde el miedo paralizante hacia una actitud resiliente y el reconocimiento de las propias capacidades de enfrentar la adversidad. La autora concluye que algunas personas mayores en Chile se hallan posicionadas en un escenario de vulnerabilidad socioambiental determinado por variables estructurales. Si bien la vulnerabilidad no es un atributo exclusivo de la vejez, existen personas mayores que cuentan con menos recursos para enfrentar adversidades y padecen diferentes grados y tipos de vulnerabilidades; social, física, social-dependiente o ambiental (Sánchez González y Egea-Jiménez, julio-diciembre de 2011). Para estos autores el enfoque de la vulnerabilidad social permite estudiar los riesgos ambientales –amenazas y exposiciones– y al mismo tiempo los activos, es decir, aquellas estrategias y capacidades de afrontamiento de las personas mayores. Los entornos físicos y sociales pueden afectar la salud de forma directa o indirecta, mediante la creación de barreras o incentivos que inciden en las oportunidades, las decisiones y los hábitos relacionados con el proceso de salud-enfermedad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) promueve una salud positiva y la define como “la capacidad de desarrollar el propio potencial personal y responder de forma positiva a los problemas del ambiente” (Palomino Moral et al, 2014: 73). La OMS entiende que es fundamental avanzar hacia un sistema de atención de la salud universal, integral y sostenible, con sistemas mejor preparados para enfrentar las amenazas de posibles fenómenos meteorológicos extremos producto del cambio climático y de brotes epidémicos de COVID-19 u otros que puedan surgir (Naciones Unidas, 2021). Desde la perspectiva de la salud ambiental y comunitaria, se reconoce que la salud de las personas y los grupos está determinada por múltiples condicionantes y solo algunos están directa o indirectamente bajo el control individual. Las desigualdades sociales en salud se entienden como el reparto diferencial de las oportunidades para alcanzarla y son fuente de inequidades (López y Findling, 2009). Desde una perspectiva que define la calidad de vida de las personas mayores en un sentido amplio, consideramos que la participación en la vida social y cultural en las comunidades son tópicos que, junto al nivel socioeconómico, la salud, el uso del tiempo libre y las redes de apoyo contribuyen al bienestar y al envejecimiento saludable (INDEC, 2012; OMS, 2021). Sostenemos que es necesario pensar en la población mayor desde un nuevo paradigma, como sujetos de derechos y ecólogos sociales, recuperando sus saberes en prácticas conservacionistas del medio ambiente y sus experiencias en el curso de vida. Bajo la premisa teórica de la ecología social, se piensa la intervención social con personas mayores como promotoras ambientales comunitarias con capacidad para influir en las familias, la comunidad y otras instituciones en las que participen (Morales Arenas, 2019). Las trayectorias pasadas de las personas mayores resultan de vital importancia para afrontar nuevas amenazas o desastres naturales y pueden ser clave para entender la vulnerabilidad climática de sus comunidades (HelpAge, 2015). Por todo lo dicho, consideramos relevante habilitar la reflexión sobre el cuidado de la salud de las personas mayores en relación con el cambio climático. Entendemos que el cuidado de la casa común contribuye al bienestar de un sector de la población vulnerable a estos cambios, recuperando la noción del buen vivir proveniente de las cosmovisiones de los pueblos originarios que ubican en el centro la sostenibilidad de la vida frente a la lógica del mercado (Vega y Gutiérrez Rodríguez, 2014).6. Reflexiones finales Este trabajo recupera el recorrido realizado para la construcción de un objeto de estudio nuevo para el equipo de investigación. Si bien el abordaje académico sobre el impacto del cambio climático en las personas mayores también es incipiente, se observa un incremento en los estudios que indagan en la temática a partir de grandes catástrofes como inundaciones, incendios, olas de calor extremo, entre otros fenómenos. Observamos una diversidad de iniciativas promovidas por organismos internacionales que dan cuenta, cada vez más, de la gravedad de la crisis ambiental, así como de la necesidad de cambios en los patrones de producción y consumo de las sociedades contemporáneas. No obstante, las discusiones en torno al cambio climático están actualmente potenciadas por las corrientes negacionistas. Las consecuencias del cambio climático tienen efectos inevitables, que se agudizan en la población mayor, no por un criterio puramente etario, sino por otros factores, como las condiciones de precariedad, la falta de recursos, la situación de dependencia, potenciadas en contextos de desigualdades. Las acciones de mitigación buscan aminorarlas, pero su implementación ha sido muy acotada. Resulta indispensable identificar en la población mayor las amenazas y los riesgos ambientales a los que se exponen y, al mismo tiempo, las estrategias y capacidades para afrontarlos. En tal sentido, es necesario conocer la capacidad de agencia de este grupo poblacional al momento de analizar la crisis provocada por el cambio climático y los modos en que se ve afectada su salud a fin de evitar reproducir una mirada estereotipada que asocia la vejez a la fragilidad, vulnerabilidad y deterioro. Entre las acciones preventivas se requiere inversión de los Estados, con un rol principal como garante de derechos. Los cambios en los comportamientos individuales tienen que estar acompañados por la intervención estatal en infraestructura urbana, aumentando los espacios verdes –que aportan sombra y absorben el agua de lluvias intensas– y, sobre todo, en la identificación de factores de riesgo para poder intervenir y reducir sus efectos nocivos. No es la edad lo que pone en riesgo a las personas mayores, sino sus condiciones de vulnerabilidad ante las inclemencias de un clima cada vez más agresivo. La elaboración de este artículo nos ha permitido delinear los interrogantes sobre nuestro objeto de estudio: ¿qué percepciones tiene la comunidad universitaria de la UNPAZ frente al cambio climático?, ¿qué lugar le asignan a los efectos del cambio climático dentro de sus preocupaciones?, ¿cuáles son los riesgos y los activos ambientales relacionados con el cuidado de la salud de las personas mayores desde la perspectiva de los distintos actores de la UNPAZ?, y por último, ¿qué disposición tiene la comunidad de la UNPAZ para participar en acciones de concientización para mejorar la calidad de vida de las personas mayores ante los efectos del cambio climático?
7. Referencias bibliográficas
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    1. Proyecto A02/2023, período 2023-2025, dirigido por la Dra. María Paula Lehner y codirigido por la Dra. Mariana Cataldi. Integrantes: Mag. Natalia Antipas, Lic. Ximena Angelillo, Dra. Marisa Ponce, Dra. Estefanía Cirino, Lic. Zelika Ramírez, Lic. Claudio Núñez, estudiante de Enfermería Yamila Serena, estudiante de Trabajo Social Catarina Benítez, estudiante de Trabajo Social Gisela Rodríguez y estudiante de Trabajo Social y becaria del Consejo Interuniversitario Nacional Alejandra Laguarta.↩︎
    2. El valor de la Canasta Básica de los Jubilados al mes de marzo de 2024 ascendía a $685.041, mientras que el monto de la jubilación mínima para el mismo período era de $204.445. Recuperado de https://www.gerontovida.org.ar/home/canasta↩︎
    3. Mediante el Decreto N° 8/2023 y bajo el argumento de racionalizar el Estado para tornarlo más eficiente, se reestructuran los ministerios reduciéndolos de 18 a 9. El Ministerio del Interior, como se especifica en el art. 17, absorbe la competencia de las políticas ambientales y el desarrollo sostenible. Recuperado de https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/300727/20231211↩︎
    4. Recuperado de https://www.cepal.org/es/temas/medio-ambiente/acerca-medio-ambiente↩︎

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